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Lippi-Ventura, la extraña pareja en la selección

La hipótesis que trabaja Tavecchio para el post-Conte es la de apoyarse en una figura fuerte y autoritaria como la del entrenador campeón del mundo Lippi, colocando en el banquillo a un entrenador experto como Ventura.

Lippi-Ventura, la extraña pareja en la selección

Director Técnico de Lippi, Comisionado Técnico de Ventura. Así parece tomar forma el after Conte querido por el presidente federal Carlo Tavecchio: una diarquía para relanzar la suerte de una selección que, a la espera del desenlace de la Eurocopa de Francia, no atraviesa un gran momento técnico pese a todo. De hecho, los tiempos de la victoria mundial en 2006 están muy lejanos (hace exactamente 10 años): desde entonces dos fracasos mundiales y un balance algo mejor en la Eurocopa, de la que somos a pesar de todo subcampeones en cargar.

El encuentro entre el presidente federal y el entrenador campeón mundial de 2006 es más que un anticipo exploratorio: es una elección con evidente valor político y técnico. que reúne la necesidad de confiar en una figura fuerte en la problemática relación con los clubes y al mismo tiempo indiscutible desde el punto de vista técnico. Lippi ganó pintando de azul el período histórico más oscuro del fútbol italiano. Lippi conoce perfectamente el entorno y la dinámica federal. En definitiva, Lippi tiene el perfil perfecto para coordinar todas las selecciones, armonizando hombres, métodos y elecciones.

Empezando por el de Ventura como entrenador, que si se lo confiaran en exclusiva a él probablemente ya habría abandonado el estatus de hipótesis para vestir el hábito de la certeza. Estuvieron juntos en la Sampdoria, ambos con 30 años, en 1978. Lippi como defensa, Ventura como segundo entrenador de Canali primero y luego Giorgis. Casi se encontraron en el banquillo pistoiese a finales de los 80, se enfrentaron decenas de veces, reforzando con el tiempo la vieja estima mutua. Por no hablar de que Ventura ya ha sustituido a Conte en un banquillo.

El día que fue presentado en Bari se convirtió en Mister Libidine, porque eso, dijo, era la única fuerza que lo impulsaba a ser entrenador. Un impulso tan imparable que llevó a los apulianos al 10º puesto de la Serie A, muy por encima de las alegrías que daba su antecesor. Y si eso fuera lujuria, quién sabe qué impulso expresará una vez llegue a Coverciano en el banquillo más prestigioso e imposible del fútbol italiano. Lippi y Ventura, dos almas gemelas que, después del Génova, unieron su destino a los dos lados del fútbol en una misma ciudad, Turín.

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