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La Antimonopolio cumple 25 años, lectio magistralis del expresidente Amato: hoy cuidado con Google

Lectio magistralis del expresidente Giuliano Amato con motivo del 25 aniversario de la ley que instituyó la Antimonopolio también en Italia - No sobrecargar la competencia con expectativas excesivas sobre los efectos sobre el crecimiento y no confundirla con la política industrial - Libertad de entrada impulsa la innovación – Cuidado con el doble papel de los motores de búsqueda

La Antimonopolio cumple 25 años, lectio magistralis del expresidente Amato: hoy cuidado con Google

En tiempos de lenta recuperación económica, poca confianza en los mercados, innovaciones en tecnología que han traído grandes beneficios a los consumidores, ¿hay aún espacio para la protección de la competencia? Como argumentó Giuliano Amato con su habitual brillantez con motivo de su lectio magistralis celebrada ayer en la Antimonopolio con motivo del vigésimo quinto aniversario de la ley fundacional, todavía no es el momento del "Requiescat in pace". 

Pero los principios deben mantenerse y no aplicarse dogmáticamente. Amato ve dos necesidades de mantenimiento: el abandono de una determinada ideología que en los años XNUMX llevó a hacer coincidir la política industrial con la política de competencia. Hoy, sin embargo, una gran corriente de pensamiento económico considera que la política industrial es una herramienta necesaria. 

Para decirlo en palabras de Dan Rodrik, quien es uno de los exponentes más autorizados de esa corriente, en el mundo actual “debemos evitar que los mercados sigan haciendo lo que mejor saben hacer porque eso encierra a un país en su especialización”. Así que la defensa de la competencia debe encontrar mejor su compatibilidad con la política industrial, pero aquí el discurso nos lleva directamente a Bruselas ya la notoria, nunca como en las últimas semanas, la Dirección General de Competencia. 

La temporada inicial del Antimonopolio (Amato fue su presidente de 1994 a 1997) merece crédito por haber logrado difundir una cultura de competencia en nuestro país y ganar credibilidad internacional. Ese período estuvo acompañado de lo que resultaría ser una ilusión (alimentada también por experiencias como la de Australia que recordaba Amato): la expectativa de que del desarrollo de la competencia pudieran surgir tasas de crecimiento sostenido. 

Como han demostrado los hechos posteriores, no se podía pedir milagros a una ley que, en un sistema económico como el nuestro donde el principal obstáculo a la libertad de iniciativa son las barreras de entrada a los mercados, se limita a prohibir las conductas anticompetitivas (abuso de posición dominante y acuerdos de cártel). 

Como destaca una amplia literatura económica, es la libertad de entrada la que impulsa la innovación de las empresas ya presentes en el mercado y pequeñas diferencias en los costes de entrada, originadas en barreras de carácter administrativo, también pueden explicar una parte significativa de las diferencias en productividad entre países. En Italia, el sistema de concesiones y barreras administrativas se ha mantenido relativamente incólume durante los últimos veinticinco años y todavía está profundamente arraigado en la actualidad. 

El segundo requisito de mantenimiento tiene su origen en el desarrollo de los llamados mercados duales (mercados de dos caras) como el de los motores de búsqueda, los contenidos de libre uso en la web, la economía compartida. El consumidor, recordó Amato, se ha beneficiado considerablemente de estos desarrollos que, sin embargo, se caracterizan por la presencia de operadores muy grandes que, con la "exorbitancia" (como él mismo definió) de su poder de mercado y márgenes de beneficio muy elevados, corren el riesgo de acabar con la competencia. 

Aquí el Antimonopolio debe seguir el estrecho camino entre no enjaular los mercados innovadores y evitar la formación de posiciones de supremacía que se mantengan en el tiempo. Es un verdadero desafío: como advirtió el presidente Amato: “Los tiempos cambiaron, los tiempos son difíciles; ay de no tomarlo en cuenta." No todo se juega en Roma, claro. En cualquier caso, buen trabajo profesor Pitruzzella.

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