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Trumpnomics y todos los riesgos a medio y largo plazo

De AffarInternazionali.it – Inicialmente, la promesa de Trump de un recorte de impuestos, especialmente para las empresas, y las fuertes inversiones en infraestructura llevaron a los mercados a una luna de miel con la nueva presidencia de los EE. y guerras comerciales a las tasas de interés y la deuda pública pero sobre todo a la falta de visión sobre los temas estratégicos de la economía estadounidense.

Trumpnomics y todos los riesgos a medio y largo plazo

Con su mano izquierda apoyada sobre la Biblia, el viernes 20 de enero Donald Trump prestó juramento en la escalinata oeste del Capitolio, sede del Congreso, convirtiéndose en el 45° presidente de los Estados Unidos de América. Un escenario que hasta hace poco era impredecible. Igual de difícil es imaginar hoy cómo serán los próximos cuatro años.

La incertidumbre sobre los movimientos del nuevo presidente no tiene precedentes. Algunas de sus declaraciones -y muchos de sus tuits- sobre temas de política exterior, inmigración, alianzas y acuerdos internacionales son motivo de zozobra, en Estados Unidos y en todo el mundo. Por otro lado, reina cierto optimismo en la economía.

Las expectativas positivas sobre Trumpnomics se deben esencialmente a tres razones. La promesa de simplificar y reducir las tasas impositivas y, al mismo tiempo, realizar fuertes inversiones en infraestructura y defensa estimulará el crecimiento (se estima un aumento de dos puntos adicionales del PIB).

En segundo lugar, generalmente se percibe que Trump es favorable a los negocios. Por varias razones. Un ejemplo significativo es la probable reducción del impuesto de sociedades que, entre otras cosas, debería favorecer la repatriación a Estados Unidos de aproximadamente 1,4 billones de beneficios de las multinacionales americanas ahora aparcadas en el exterior.

Un flujo de caja importante que se traducirá en inversiones o dividendos. Finalmente, algunos sectores (energía, defensa, infraestructura, en parte productos farmacéuticos) deberían beneficiarse del nuevo curso. Esto ya ha llevado a un aumento de las existencias y podría traducirse en inversión y empleo.

Los temores de los aranceles y la guerra comercial

El optimismo general sobre la economía solo se ve parcialmente mitigado por la posibilidad de que se impongan derechos de aduana. Esa promesa fue efectiva en la campaña electoral, pero es difícil de implementar porque una guerra comercial también perjudicaría a Estados Unidos.

Baste decir que, entre 2010 y 2014, General Motors vendió más automóviles en China que en EE. UU. Además, en un mundo caracterizado por la división de la producción dentro de las cadenas globales de valor, muchas importaciones de China y México, como acero, autopartes, plásticos industriales, representan materias primas o bienes intermedios para los exportadores estadounidenses.

Paradójicamente, por lo tanto, los aranceles sobre ciertas importaciones darían lugar a un impuesto sobre las exportaciones estadounidenses. Los asesores económicos de Trump, y gran parte del Congreso, son conscientes de ello y tratarán de contener la agresividad de la política comercial. Habrá lugar para algunas escaramuzas simbólicas con China y México, por cuestiones de imagen, pero es poco probable que Estados Unidos desate guerras comerciales con consecuencias impredecibles.

Tipos de interés y deuda pública

Entonces, ¿de acuerdo? A corto plazo, probablemente sí. Habrá beneficios en el crecimiento, las ganancias corporativas y el empleo. Pero a mediano y largo plazo la situación es más compleja y presenta muchos riesgos.

Primero, es posible que el estímulo al crecimiento sea menos efectivo y menos duradero de lo esperado. Por dos razones. El aumento de las tasas de interés fortalece al dólar al hacer que las exportaciones estadounidenses sean menos competitivas en todo el mundo. Además, con una tasa de desempleo ya muy baja -el 4,9% actual se considera cercano al pleno empleo-, las medidas expansivas tienen poco impacto.

Un grave riesgo a medio-largo plazo lo da el hecho de que todas las maniobras previstas por Trump supongan un nuevo aumento de la ya enorme deuda pública. El tamaño de la deuda y el aumento de las tasas de interés harán que sea cada vez más oneroso pagarla y financiarla. Otra bomba de relojería es el sistema de seguridad social -insostenible a la larga- para el que Trump no prevé reforma alguna.

Otra incógnita relevante es la gestión de la estrategia de salida por parte de la Fed, que tras años de política monetaria expansiva revirtió la tendencia. Una frenada demasiado brusca podría despertar el miedo a una recesión; uno que sea demasiado suave podría alimentar los temores de inflación.

Luego existe el riesgo de que la gran cantidad de capital que está regresando a Estados Unidos atraído por la subida de los tipos de interés lleve a la sobrevaloración de algunos activos o sectores financieros, formando nuevas burbujas especulativas (de las que la última crisis financiera ha puesto de manifiesto la posible consecuencias desastrosas).

Desafíos estratégicos

La verdadera debilidad de Trumpnomics es la falta de atención a algunos temas estratégicos para la economía estadounidense en el mediano y largo plazo. El foco de la nueva administración republicana, en términos de estimular el crecimiento y el empleo, parece referirse a sectores tradicionales, como el automotriz y otras producciones manufactureras. La razón es clara: muchos trabajadores de estos sectores votaron por Trump el 8 de noviembre.

Pero, ¿son estos los sectores estratégicos en los que Estados Unidos debe enfocarse? Los motores de crecimiento con mayores perspectivas a largo plazo son otros. Son aquellos que se caracterizan por la innovación, la creatividad y el conocimiento, aquellos con una alta concentración de capital humano, que invierten en investigación y atraen a personas con altos niveles de educación. Sin embargo, más allá de una reunión con los responsables de algunas empresas de Silicon Valley, Trump no parece tener un plan para estos sectores.

Finalmente, es importante señalar que la agenda de Trump no incluye ninguna medida para gestionar el aumento de las desigualdades de ingresos, riqueza y educación. Una paradoja, porque el malestar generalizado generado por el aumento de la desigualdad fue un factor decisivo en la victoria electoral del magnate.

Es posible que, durante su mandato, el presidente ajuste el tiro e introduzca intervenciones en este sentido. No abordar estos fenómenos puede tener consecuencias muy negativas, no solo en las próximas elecciones sino, en general, en la economía y la sociedad estadounidenses.

Optimismo en las recetas económicas

Cierto optimismo a corto plazo sobre Trumpnomics no es infundado. Las subidas bursátiles de los últimos meses parecen confirmarlo. Es probable que la política económica de Trump favorezca unos años de crecimiento en EE.UU. Sin embargo, sería miope subestimar algunos riesgos importantes a largo plazo. La economía americana, aunque en mejores condiciones que la europea, muestra de hecho una fragilidad preocupante.

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