Cuando se estableció hace veinticinco años la ley antimonopolio se fijaron dos objetivos: establecer la disciplina de mercado a través de una serie de reglas destinadas a evitar los cárteles y estimular políticas para ampliar el alcance de la competencia para facilitar la entrada al mercado de nuevas empresas.
Partiendo del supuesto de que la protección y promoción de la competencia favorece el crecimiento de la economía y debe ser el motor de la salida de la crisis, "La revolución inconclusa" narra de forma crítica la historia de la Autoridad de Defensa de la Competencia, con la intención de ofrecer ideas que ayuden a comprender la realidad actual, que no siempre ha evolucionado al ritmo de las expectativas.
Desde el punto de vista de dos insiders, los autores analizan cómo ha sido interpretado el papel de la Antimonopolio por los cinco presidentes que se han sucedido desde 1990 - Saja, Amato, Tesauro, Catricalà y Pitruzzella - en relación con los dos principios objetivos de la ley y con la convicción de que la aplicación efectiva de la ley es hija del funcionamiento de las instituciones, pero que éste depende en última instancia de la conducta de los hombres.
alberto pera, abogado y economista, como asesor de dos ministros de industria, participó en la redacción de la primera ley antimonopolio italiana. Economista del Fondo Monetario Internacional y economista jefe del IRI, de 1990 a 2000 fue el primer secretario general de la Autoridad, junto a Saja, Amato y Tesauro. En 2001 fundó el departamento antimonopolio de uno de los principales bufetes de abogados italianos.
Marco Cecchini, economista, trabajó en la oficina de investigación del Comit y luego se convirtió en periodista económico y corresponsal del 'Corriere della Sera'. Fue jefe de la oficina de prensa del Ministerio de Economía y jefe de relaciones externas del Instituto de Supervisión de Seguros.