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La Cida cumple 70 años: manifiesto de un directivo para una nueva Europa

La confederación de directivos de empresas públicas y privadas celebra su 70 aniversario presentando un manifiesto para la construcción de una nueva Europa basada en los valores de la ética, el mérito y la transparencia - La defensa de la propia particularidad ante una globalización mal gestionada ofrece el terreno para el populismo, pero también se debe eliminar la nostalgia por el pasado

La Cida cumple 70 años: manifiesto de un directivo para una nueva Europa

La confederación sindical de directivos y altos profesionales de empresas públicas y privadas celebró su setenta aniversario presentando un manifiesto de compromiso de la categoría de directivos para la construcción de una Nueva Europa, basada en valores renovados de ética, mérito y transparencia capaces de acercar a los ciudadanos a las instituciones y recrear esa confianza indispensable que es la base para construir un futuro mejor.

Como subrayó el presidente de la Confederación, Giorgio Ambrogioni, vivimos un momento de gran malestar y desorientación debido no solo a la larga crisis económica, sino también a la pérdida de puntos de referencia y valores compartidos. La dificultad de imaginar un futuro mejor debido a las incertidumbres provocadas por una globalización mal gestionada por las clases dominantes, ha empujado a una parte de la población, muchas veces la más débil, a refugiarse en la defensa de su propio pequeño espacio, quizás conquistado. con dificultad en los últimos años, para buscar a los presuntos culpables, y sobre todo para no pensar en proyectos a mediano plazo, y no comprometerse a lograrlos.

La consecuencia es que, como bien ilustrado por el politólogo francés Marc Lazar, muchos se sienten atraídos por el llamado populismo, es decir, por aquellos que dan respuestas simples (aunque impracticables) a problemas complejos. El verdadero riesgo es que detrás de este concepto genérico y ambiguo de populismo, en realidad haya un retorno puro y simple al nacionalismo, un repliegue dentro de los confines de la propia casa que en la memoria desvanecida con los años parecen más tranquilizadores o al menos más manejables. por aquellos ejecutivos del pasado que sabían manejar las palancas. O al menos ahora dicen que saben cómo hacerlo y ya no se arriesgan a cometer los muchos errores cometidos en esos años.

Lo malo es que esa mirada al pasado se está convirtiendo en patrimonio cultural de muchas fuerzas políticas, no sólo de los “populistas”. Cuando se escucha al presidente de la comisión de Trabajo de la Cámara de Honor Cesare Damiano expresar la nostalgia de los años 50 y 60, cuando la gran industria contrataba a miles de personas, transformando a los campesinos en una clase media, o cuando se lamenta la temporada de concertación que, en su opinión, trajo cohesión social, sin decir que impuso un inmovilismo del trabajo y de las tecnologías que luego colapsó por completo la evolución de la economía, así que sí hay de qué preocuparse.

En definitiva, se está creando un entorno cultural, incluso antes que político, temeroso de los cambios y por tanto opuesto a las innovaciones no solo de carácter tecnológico, sino también organizativo, que los directivos deberían intentar impugnar proponiendo una visión de lo posible. futuro y trabajando para que parezca mejor y más seguro que el mero intento de defender lo existente. De lo contrario, como sugirió Damiano, terminaremos buscando sistemas para controlar tanto la innovación tecnológica como el proceso de apertura de mercados, lo cual es imposible. Y si por casualidad uno quisiera intentarlo, se abriría la perspectiva no precisamente deseable de una nueva Edad Media.

Es precisamente para evitar estos peligros que los líderes deben asumir un papel más importante en la conducción de la sociedad hacia un futuro deseable. El manifiesto europeo, como decía el sociólogo Giuseppe Roma, no es una plataforma de reivindicaciones, sino una contribución a un diálogo positivo con los interlocutores sociales y los ciudadanos, para salir de esta espiral de depresión y desconfianza y mirar concretamente y con determinación a construir un futuro nuevo y mejor.

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