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Juve-Roma, el eterno desafío Totti-Buffon

El desafío del Scudetto del domingo por la noche en el Juventus Stadium es también el choque entre dos campeones del fútbol italiano: Totti y Buffon, campeones del mundo en Berlín. Amigos fuera del campo, enemigos dentro del campo, esta vez los dos juegan un scudetto.

Juve-Roma, el eterno desafío Totti-Buffon

Es extraño verlos así, niños prodigio envejecidos, pero aún prodigiosos. Totti y Buffon. Buffon y Totti. Con su aura de eterna juventud -la infancia infinita de los campeones- rayada, pero siempre inagotable, como la veta más rica de una mina, incluso después de veinte años de excavaciones al más alto nivel.

Es raro porque los dos (Totti y Buffon, Buffon y Totti) empezaron a hacer lo que mejor saben hacer desde muy pequeños, que es marcar y parar. Ya con 16, 17 años, en las canchas de la Serie A. Y tal vez no pensamos que ellos también podían envejecer, y al no haberlos perdido de vista ni por un momento, nunca nos dimos cuenta. Solo que a veces les pasa a los niños, con la piel muy tersa o con granitos, haciendo lo que mejor saben hacer, y solo entonces nos damos cuenta.

Se enfrentarán por billonésima vez el domingo por la noche, tratando de hacerlo una vez más, para llevar la noche más lejos. Para ambos será el partido 689 de sus carreras, excluyendo selecciones nacionales. El futbolista de todos y de unos pocos, el campeón nacional y el de una sola ciudad, que lo venera. La última vez fue Totti quien se regocijó (marcando para su amigo por décima vez), con un cabezazo a control remoto bajo el larguero de la portería defendida por Buffon. Imparable, dicen en estos casos. 

Fue una victoria pleonástica, sin embargo, la fiesta de una noche destinada a seguir siéndolo. La historia, tras el momentáneo desvío en la trayectoria de la bomba diez de los Giallorossi, ha retomado su curso natural: la Juventus ha retomado el camino hacia el Scudetto, la Roma el camino accidentado de una temporada desperdiciada.

Esta vez es diferente. Esta vez, como nunca entre Totti y Buffon, lo más importante está en juego, el impensable (y quizás imposible) ascenso de la Roma a la Juventus, lanzada hacia otro campeonato como dominatriz y hacia el tercer scudetto de la línea. 

Un reto incierto, se podría decir por un triple, entre dos equipos que, como siempre han hecho sus capitanes, por fin pueden mirarse a los ojos. Lo único seguro, como sea que termine, es el abrazo entre ambos al comienzo del partido, cuando intercambian banderines y se dan la mano, y luego con el pitido final, cuando terminan los partidos. Esos como ellos, los niños prodigio, hacen esto: luchan con todas sus fuerzas entre sí y luego se abrazan. Porque son hermanos, hijos naturales de la diosa Eupalla.

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