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Ilva, la innovación que marcará la diferencia

La acería de Taranto, al llevar las plantas a la norma, se anticipará a las normas que serán obligatorias en Europa recién a partir de 2016 - Los planes de recuperación de las áreas afectadas deben iniciarse de inmediato - Estas son inversiones que tienen sentido solo si están dirigidas a continuar la 'actividad productiva.

Ilva, la innovación que marcará la diferencia

Debemos reconocer la A los ministros Clini y Passera y al Gobierno en su conjunto por haber gestionado con sabiduría y sentido de la proporción el caso Ilva en Tarento pero también con la firmeza necesaria. La iniciativa del magistrado de Taranto de decretar el cierre de la zona caliente (es decir, el corazón palpitante de la planta) y la posterior negativa (incluso antes de que se publicara la sentencia) de aceptar la propuesta del juez de revisión para nombrar al presidente de Ilva, El prefecto Ferrante, como uno de los tres comisarios encargados de poner a punto las plantas, les había hecho temer lo peor. Ahora parece que se ha identificado una salida a este lío mortal., siempre que el magistrado no revoque todo lo que haría ineludible el recurso del gobierno a la Consulta con el riesgo concreto, sin embargo, de que, mientras tanto, la planta realmente tenga que cerrar para siempre.

Ahora Ilva tendrá que acelerar el tiempo necesario para llevar las plantas al estándar. aplicando al pie de la letra las disposiciones que la autoridad gubernamental competente, que es el Ministerio del Ambiente, definirá a más tardar el 30 de septiembre de anticipando así a 2013 aquellas innovaciones tecnológicas que para otras siderúrgicas europeas serán obligatorias recién en 2016.

Estandarización de los sistemas sólo se puede realizar si los sistemas funcionan e ja senso invertir importantes recursos económicos (160 millones de euros que se suman a los mil millones y 100 millones ya gastados) sólo si esta inversión está destinada a la continuación de la actividad productiva. Que no y si el objetivo de la recuperación de la producción no fuera compartido también por el Poder Judicial entonces sería preferible declarar el cierre a partir de ahora e iniciar los trámites previstos para plantas de esta naturaleza. Sin el área caliente, la planta de Taranto no tendría ningún sentido económico. No serviría al grupo Riva ni al país ni siquiera a Taranto.

En su lugar, tenemos que centrarnos en la innovación, como lo pide el gobierno y como Ilva dice que quiere hacer, e es necesario iniciar de inmediato el cumplimiento de los sistemas y la recuperación de las áreas pertinentes. Igualmente importante es que se defina el plan de recuperación de Taranto y que se implemente una política efectiva de diversificación de la base de producción de Taranto. Esta empresa es todo menos fácil, pero es el verdadero desafío del futuro y representa la prueba decisiva de la capacidad de gobierno de las instituciones y de las fuerzas sociales y políticas.

Todos tendrán que hacer su parte y asumir sus responsabilidades con respecto a las competencias de los demás. La confusión que se ha producido entre la reclamación, que es tarea de las instituciones y fuerzas políticas y sociales, y la persecución de los delitos, que corresponde en cambio al poder judicial, ha causado un daño significativo y ha creado un peligroso cortocircuito institucional. Debe evitarse que esto tenga repercusiones en Taranto y en otros lugares.

En realidad, la crisis medioambiental de Tarento (como la de Marghera o Porto Torres) es producto de un largo período de desarrollo industrial que nos ha dejado una herencia de problemas que hay que afrontar y resolver con un esfuerzo serio tanto cultural como cultural. financiera y productiva. Entre los que hoy piden el cierre de Ilva también estaban los que en su momento pidieron que se duplicara para poder reabsorber a una parte de los trabajadores de la construcción que, una vez finalizada la construcción de la planta, habían encontrado ellos mismos desempleados. Y con toda probabilidad estuvieron también aquellos administradores que en su momento permitieron que surgieran barrios residenciales cerca de la acería. En esta historia no hay inocentes y no hay atajos. Hay un reto que hay que afrontar y la forma en que se aborde mostrará si Italia es un país capaz de gestionar y resolver problemas complejos o no.

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