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Giuliano Cazzola: “La reforma del artículo 18 es el único camino. Pero no significa represión"

LA INTERVENCIÓN DE GIULIANO CAZZOLA, Pdl, vicepresidente de la Comisión de Trabajo de la Cámara: "La única salida es encontrar una combinación de contratos flexibles y crecimiento económico: la precariedad no debe confundirse con el desempleo juvenil: no es resolviendo el lo primero que soluciona lo segundo” – En Italia se tarda 25 meses en encontrar trabajo, en EE.UU. seis

Giuliano Cazzola: “La reforma del artículo 18 es el único camino. Pero no significa represión"

Un filósofo del romanticismo alemán escribió que la caza vale más que la presa. El mismo concepto, referido hoy a la cuestión crucial del trabajo, podría releerse así: la formación y trayectoria profesional vale más que el trabajo. Porque si lo primero es válido, lo segundo no puede faltar. Son consideraciones que vienen a la mente en estas horas, cuando se abre un debate sobre el mercado de trabajo entre el Gobierno y los agentes sociales con el objetivo de implementar medidas de reforma que, junto a los "paquetes" de liberalización y simplificación administrativa, deben promover , en el marco de una estrategia europea, la estructura productiva del país para que pueda captar el proteus de la recuperación económica tan pronto como aparezca en los mercados internacionales.

Son muchos los problemas que afrontar y, posiblemente, solucionar o, al menos, iniciar una solución. Para resumirlos, bastaría ir a releer lo que escribió el BCE en su carta del 5 de agosto: revisión exhaustiva de las normas sobre contratación y despido de empleados; mejor protección contra el desempleo; la adopción de políticas activas que permitan reinsertar a los trabajadores que han perdido su empleo en sectores más dinámicos.

Son temas complejos que requieren, en cuanto a la reorganización de las redes de protección social, la asignación de recursos significativos o, al menos, la reasignación de los que ahora se utilizan para las diversas formas de apoyo a la renta. El Gobierno no cuenta con tales recursos adicionales. El intento de reconvertir y redistribuir los existentes se vio frustrado, con motivo de la primera reunión, por el clamor de los interlocutores sociales en defensa de la actual estructura desequilibrada. Básicamente, sólo queda una forma de enviar una señal contundente a la comunidad internacional ya los mercados, que se entienda con la misma claridad sencilla y eficaz con la que, en materia de seguridad social, se aceptó el aumento de la edad de jubilación.

Esta señal se llama la reforma del artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores. Reforma, no supresión: porque la protección contra los despidos es en realidad una elección de civismo. La reincorporación forzosa del trabajador injustamente despedido en el lugar de trabajo es, en cambio, sólo uno de los posibles medios de esa protección. No lo decimos; la Corte Constitucional lo escribió en sus sentencias. Si el derecho a la reincorporación perteneciera a la categoría de los derechos fundamentales, no está claro por qué al menos la mitad de los trabajadores empleados deberían verse privados de él. La protección contra los despidos necesita ser reformulada: el reintegro debe quedar como sanción por un acto discriminatorio o en violación de derechos particulares de la persona (despido por matrimonio o maternidad); en otros casos, la reparación de los daños debe buscarse mediante la provisión de una indemnización económica de acuerdo con parámetros determinados y preestablecidos.

Hay mucha confusión en el debate actual. Y no es casual. Está en marcha una campaña, también mediática y cultural, que pretende asociar la precariedad al paro juvenil, como si, al resolver el primer problema, el segundo también condujera a una solución. Desgraciadamente ninguna regla, como ninguna prohibición (se habla de podar contratos flexibles) podrá jamás sostener un trabajo que no tenga una base económica adecuada. Establecer un trabajo falso no crea más empleo; lo destruye ¿Será posible tal operación (¿hasta cuándo?) en el sector público; pero nadie podrá jamás imponer a un empresario privado un trabajo en condiciones que considere onerosas y forzadas. El empleador preferirá renunciar a la contratación.

Las relaciones laborales flexibles, en Italia como en Europa, no se han difundido como consecuencia de las perversiones de los gobiernos neoliberales, pero cuando, en la segunda mitad de los años 80 (¿quién no recuerda los contratos de formación y de trabajo?), se dio cuenta de que los jóvenes ya no eran contratados. En nuestro pasado reciente (en la década 1997-2007), aquí, como en todos los países de la OCDE, hemos visto, gracias a la feliz combinación de contratos flexibles y un crecimiento económico modesto pero continuo, un pico en los niveles de empleo, incluso para las mujeres., hasta tener, aquí y allá, zonas de pleno empleo. Es la crisis, no la precariedad, la que determina tasas de paro juvenil muy graves y preocupantes. Según un estudio reciente de la OCDE (basado en datos de 2009, epicentro de la crisis económica) un joven italiano encuentra, de media, su primer trabajo de duración determinada 25,5 meses después de finalizar el ciclo formativo.

Se tarda una media de 44,8 meses en adquirir una relación laboral permanente. Este es uno de los peores desempeños en los países considerados. En cuanto al primer empleo, sólo Finlandia (27,6 meses) y España (34,6 meses) tienen peores datos que los nuestros. En cuanto a la consecución de una relación permanente, solo España y Portugal están peor que nosotros (con tiempos superiores a los 50 meses).

En los Estados Unidos (¡milagro de la flexibilidad!) los jóvenes entran en el mercado laboral a los 6 meses. Más o menos como en Australia. Este es un conjunto de problemas a considerar cuando se aborda el tema de la reforma del mercado laboral. Pero las dificultades del ejecutivo son evidentes. Tiene que lidiar con la hostilidad de los sindicatos, que seguramente encontrarán un defensor público en el Partido Demócrata, aún aturdido por el impacto de la reforma de las pensiones. Ayer mismo Confindustria también se animó a balbucear unas palabras sobre la modificación del artículo 18.

Lo que más sorprende es la línea de conducta del PdL, que en materia de trabajo parece haber decidido marcar una visita, para proclamar el principio de "ni juntar ni sabotear". Al hojear los documentos oficiales del partido de Angelino Alfano, toda referencia al artículo 18 ha desaparecido. Que nadie se sorprenda, pues, si el Gobierno echa agua en la argamasa, sin llegar al fondo de nada. Seguro que si Monti y Fornero encontraran una vez más la manera de asombrarnos, habría que pensar que el gobierno de los técnicos fue realmente un regalo de la Providencia.

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