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Giro, cada vez más un espectáculo colombiano

Esperado duelo de hoy en la contrarreloj cuesta arriba de Monte Grappa entre Quintana siempre de rosa y Urán segundo. Éxito de ayer de otro corredor andino, Arredondo. Cada vez más brillante Aru roe 3 segundos y se acerca al podio por detrás de Rolland. Crolla Evans cayó a la novena posición. Prueba del orgullo de Basso.

Giro, cada vez más un espectáculo colombiano

Quintana siempre de rosa, Julián Arredondo primero en el Refugio Panarotta para legitimar también el maillot azul de líder de los escaladores. Detrás de él Fabio Duarte. Rigoberto Uran, ex maillot rosa, segundo de la clasificación con 1'41", tras días en evidente descenso, reapareció en la última ascensión tónica y reactiva justo en la víspera de la contrarreloj del Monte Grappa que parece ser la última oportunidad para él expulsar a Quintana de la primacía. Muchos jugadores, una nación. Es la Vuelta a Colombia más que a Italia. “¡Oh gloria inmarcesible! ¡Oh jubileo inmortal! En surcos de dolores el bien germina ya": estas son las cuatro primeras estrofas del himno colombiano, escrito por el mítico presidente Rafael Núñez, que el gran ciclismo hará bien en aprender pronto dadas las hazañas de los colombianos en este Giro, un ráfaga de éxitos y un dominio absoluto hasta ahora nunca antes visto. 

La música fue compuesta por un músico italiano de Ceccano, Oreste Sindici, quien emigró a Colombia a mediados del siglo XIX. Sus notas sonaron una sola vez al final de una gran carrera por etapas: fue en la Vuelta de 1987 ganada por Lucho Herrera, un escalador que en los días buenos hacía pasar un mal rato a cualquiera, pero que, delgado como un clavo, parecía una especie de de diversión exótica en un ciclismo que no podría imaginarse fuera de las fronteras tradicionales de Europa. Hoy, con los nietos de Herrera, Colombia se ha convertido en una potencia sobre los pedales. Es de imaginar que los organizadores del Giro ya se hayan hecho con un CD del himno, cuidando cuidadosamente que sea precisamente el de Nunez-Sindici, para no repetir meteduras de pata sensacionales como la de 2011 cuando tocaron el viejo Himno español de la época de Franco con motivo de la victoria de Contador. Una victoria inútil porque fue revocada a favor del subcampeón que fue Michele Scarponi. 

Para que “¡Oh gloria immarcesible” resuene en Trieste en su honor, Quintana deberá superar dos etapas más ileso, la contrarreloj de hoy y la Zoncolan de mañana. El terreno -un montón de montañas con pendientes vertiginosas- está hecho a propósito, en particular el Zoncolan, para potenciar sus cualidades grimpeur. En cuanto a la contrarreloj de Grappa, es cierto que Quintana sufre por las contrarreloj pero hoy no habrá llanos. Después de todo, el único que podría amenazarlo es Uran. Duelo en la familia entre colombianos, aunque física y temperamentalmente muy diferentes, Nairo con sus facciones andinas intemporales que huelen a antigüedad, Rigoberto, con su peinado a lo Mike Jagger, más inclinado al bienestar europeo. 

Ayer en la subida al Refugio Panarotta el maillot rosa se limitó a controlar sin mayores problemas a los rivales más peligrosos. Las temidas conspiraciones o extrañas alianzas en el grupo para hacerle pagar su ataque -a traición según muchos- a la bajada del Stelvio no se vieron ni se percibieron. Nunca perdió las ruedas de Uran llegando juntos a la meta. Dejó que Rolland hiciera sus estiramientos diarios y luego lo volvió a agarrar. Sólo Fabio Aru, entre los hombres de la clasificación, consiguió roerle tres segundos con un sprint imperioso en los últimos 800 metros, acción que confirma la clase y fortaleza de este corredor que es la auténtica sangre nueva del ciclismo azul para la carreras por etapas. Aru está cada vez más cerca del podio, con la misma diferencia que Maika a sólo dos segundos del tercero, que ya no es Cadel Evans sino el francés Pierre Rolland (3'29” de Quintana). 

En el día de la potencia arrolladora de los colombianos, cayó el telón del Giro de parte de los australianos que en la primera mitad de la carrera habían acaparado etapas y maillots rosas, primero con Matthews y luego con Evans, el último en rendirse. Un melancólico pero inexorable adiós a los sueños de primacía y podio también para el ex campeón del mundo y ganador del Tour 2011: en las rampas finales de ayer el viejo Cadel luchó mucho, gran coraje pero sus energías son las que son. Alcanzaba la cima del Refugio a 4'24” de Arredondo y se deslizaba hasta la novena posición a casi 5 minutos de Quintana, superado también por Pozzovivo, Hesjedal y Kelderman. 

En la etapa en la que se derrumbó Evans hubo -y merece recordarse- el resurgimiento del orgullo de otro gran bicampeón del Giro: Ivan Basso que se coló en la fuga de 15 corredores que caracterizó la etapa. Sufrió en la última subida, vio huir a Arredondo, Duarte, De Gendt, Zardini y Pellizzotti, hombres que alguna vez se los habrían comido, pero apretó los dientes para no ser alcanzado por el reducido grupo de Quintana y Urán. Lo hizo llegando séptimo a 1'43” de Arredondo, exactamente un minuto antes de que llegara Aru. Bien hecho Iván.

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