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Gianfranco Borghini, Milán: directivos bienvenidos a la política

Las candidaturas de Sala, Parisi y Passera certifican el nacimiento de un nuevo entramado político que no sale del aparato partidario ni de internet. Son buenos para Milán, que será dirigido por una persona calificada y competente, capaz de tener una visión clara de los problemas de la empresa.

La candidatura de Giuseppe Sala, Stefano Parisi y Corrado Passera como alcalde de Milán es una verdadera buena noticia. Es para Milán, porque los ciudadanos podrán elegir a su alcalde entre personas cualificadas, competentes y respetables. Personas indicadas por las Partes pero política e intelectualmente autónomas. Y lo es para la política italiana porque, finalmente, está tomando forma un "nuevo" tipo de marco político: lo que Antonio Gramsci llamó técnico + político. Es decir, una persona cualificada, competente y experimentada pero capaz de tener una visión general de los problemas de la sociedad en la que vive.

Este tipo de cuadros está destinado a suplantar a los cuadros que procedían del aparato partidario o que militaron en los partidos y que fueron candidatos a alcalde o diputado sólo por eso y no por sus capacidades. Y también está destinado a suplantar, al menos eso espero, a los de formación más reciente que son seleccionados vía internet y que como único título de mérito se jactan de no haber hecho nunca política y, de hecho, la odian. ignorando que el repudio a la “polis” representa el primer paso hacia la dictadura.

Tras las primarias del Partido Demócrata de Milán ganadas por Sala y tras la designación de Parisi por el centroderecha, debe quedar claro que los nuevos recursos para la política vendrán principalmente de quienes se han formado en política en universidades, empresas, finanzas, gestión de autoridades locales, en la administración pública o en el mundo profesional. De los que como Sala, Parisi, Passera pero también Diego Piacentini de Amazon y antes que él Guerra de Luxottica y tantos otros menos conocidos pero no menos capaces, deciden que es hora de hacer algo por su país y se ponen a disposición para asumir tareas de la gestión de los asuntos públicos, aunque ello implique un sacrificio personal. Para restaurar la política al papel que merece y la dignidad que merece, necesitamos que miles de personas como esta den un paso al frente. Por eso es necesaria una reforma de los partidos. Sin política y sin partidos, la democracia no puede existir ni funcionar.

Como dijo un historiador estadounidense hace algún tiempo: "...no hay Estados Unidos sin democracia, no hay democracia sin política y no hay política sin partidos". Exacto, todo se lleva a cabo, en Italia como en América. Si se quiere salvar la democracia, hay que reformar los partidos. ¿En qué dirección, sin embargo, debe ir esta reforma? En dos direcciones fundamentales. El primero es el de la transparencia. Para ello, se pueden adoptar reglas que favorezcan la transformación de los partidos de "partidos cerrados" y autorreferenciales en "partidos abiertos". Por partido abierto se entiende un partido en el que las elecciones fundamentales (desde el programa hasta la formación de grupos directivos, la elección de los candidatos y las fuentes de financiación) se realizan sobre la base de reglas precisas, a la luz del sol. y de manera transparente. Elecciones que pueden ser verificadas y posiblemente desafiadas. Las propias primarias, para quienes pretendan hacer uso de ellas, deben estar reglamentadas con precisión para evitar abusos o arbitrariedades.

La segunda dirección en la que debemos avanzar es acelerar el fin de los "Estado-Partidos" y favorecer el nacimiento de "Partidos Nacionales" o, si se prefiere, "Partidos de la Nación". El Partido-Estado es el que se identifica con el Estado, el que lo ocupa y lo subordina a sus propios fines como, más o menos, lo hicieron los partidos en la Primera República. Por el contrario, el Partido de la Nación es el que se propone interpretar las necesidades del país, sus verdaderas necesidades históricas (la integración de hoy en Europa) y que busca promover soluciones que satisfagan esas necesidades en interés de todos. No importa cuán grande sea ese partido, importa su inspiración y las propuestas que haga.

Promover la transformación del sistema de partidos es fundamental para dar un futuro a la democracia italiana. La alternativa a los partidos, en efecto, sólo puede ser o bien el dominio de las oligarquías económicas o bien la materialización de soluciones iliberales y justicialistas (las evocadas por Ingroia y defendidas por Il Fatto). Pero lo peor de todo sería el predominio de sectas oscurantistas y ultraconservadoras como, bajo el liderazgo de Casaleggio, tiende a convertirse el Movimiento 5 Estrellas, que recuerda cada vez más a la Cienciología y cada vez menos a Podemos.

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