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Francia, chalecos amarillos: Macron busca una salida tras la violencia

VIDEO - Tras la violencia del sábado en París, Macron convocó de inmediato una cumbre extraordinaria para tratar la protesta de los Gilets Juanes pero la manifestación promovida para el próximo fin de semana volverá a ser una prueba crucial

Francia, chalecos amarillos: Macron busca una salida tras la violencia

Una crisis sin precedentes, como la define el diario francés Les Echos, identificando los factores que hacen que la protesta de los chalecos amarillos sea única y terriblemente peligrosa para el presidente Emmanuel Macron, nuevamente marcada por violentos enfrentamientos el sábado 1 de diciembre en París. El balance de la guerrilla en el centro de la capital francesa es incluso peor que el de las manifestaciones anteriores, como si el enfado, que Macron dice entender pero que recién afronta el domingo 2 de diciembre, con una cumbre de emergencia convocada tras regresar del G20 en Buenos Aires, aumenta en lugar de disminuir: más de 250 detenidos y un centenar de heridos, incluidos 15 entre las fuerzas del orden (total que asciende a 263 heridos, 81 entre las fuerzas del orden y 630 detenidos teniendo en cuenta los enfrentamientos en toda Francia). Ahora es evidente, entre otras cosas, que franjas violentas de la extrema derecha se están infiltrando en las marchas, que, aunque enojadas, están compuestas en su mayoría por manifestantes pacíficos.

Y este es precisamente el primer factor que apunta Les Echos, que define el de los chalecos amarillos como un movimiento "fuera de control". “No son tantos -dice el diario transalpino-: en 2010 un millón de jubilados salieron a la calle para impugnar la reforma de Sarkozy, que no se vio afectada en lo más mínimo. Hoy hay 150.000 manifestantes pero están dispuestos a todo y reúnen franjas extremas de extrema izquierda y extrema derecha”. Por eso Macron está rodeado: la protesta de los automovilistas franceses es en estos días montado por prácticamente todas las oposiciones, desde el izquierdista radical Melenchon hasta la revivida Marine Le Pen. Todos condenan la violencia, pero todos se solidarizan con los manifestantes, aplaudiendo la insurrección popular que hace vacilar la posición del presidente, elegido hace apenas un año y medio y que ya se desploma en el índice de aprobación.

Manzana de la discordia, así como punta del iceberg de un descontento cada vez más generalizado sobre todo en provincias, es siempre El impuesto ecológico buscado por el Gobierno, que prácticamente ha declarado la guerra al diésel aumentando los impuestos especiales en combustible y ofreciendo una bonificación de 4.000 euros por la compra de un coche nuevo menos contaminante. “Es cuestión de añadirle sólo 1.000 euros”, han repetido algunos ministros en las últimas semanas, lo que no ha hecho más que aumentar el enfado de los chalecos amarillos. Mil euros no son pocos, ya que una encuesta reciente ha demostrado que 1/4 de las familias más pobres entra en números rojos ya a mediados de mes, y que a los famosos mil euros hay que sumarle el aumento de la gasolina (y de la calefacción de gas), que en 2022 supondrá un gasto adicional de más de 500 euros anuales para un ciudadano medio que viaja en coche diésel y utiliza la calefacción del hogar .

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Mientras los daños todavía se cuentan en París (manifestantes quemaron coches y arrasaron escaparates en el centro, poniendo también en peligro a miles de turistas incrédulos), Macron ha reunido al ejecutivo para hacer frente a la crisis. Antes, él personalmente agradeció a la policía, quedó destrozada desde el sábado (pese al despliegue extraordinario de más de 5.000 agentes), y recorrió algunas de las calles más afectadas por la devastación: en el primer contacto con los ciudadanos que regresaban de Argentina, el presidente fue abucheado pero en muchos casos incluso aplaudido, demostrando que la protesta, aunque compartida por la mayoría de los franceses, se ha traducido en una violencia sin precedentes y ya no es tan bien vista por una parte de la población.

La cumbre reveló que la alerta de seguridad se mantendrá alta en los próximos días y que la policía trabajará para que "ningún culpable quede impune". En el frente del diálogo con los chalecos amarillos, Macron tras las primeras aperturas la semana pasada ha vuelto a recomendar al primer ministro Edouard Philippe que se reúna con los representantes de los manifestantes, así como con los líderes de los grupos parlamentarios de la oposición. Estos últimos piden a gritos la dimisión del inquilino del Elíseo y elecciones anticipadas. El Gobierno también informará el martes al Parlamento: el presidente del Senado, Gerard Larcher, ya ha dicho que no se tolerará otro sábado tenso. Pero parece que en cambio hay un riesgo: los grupos de Facebook y Twitter de los chalecos amarillos vuelven a convocar a sus seguidores para invadir París también el sábado 8 de diciembre.

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