No se puede dejar que un gran grupo público como Finmeccanica se pudra así, una de las pocas empresas manufactureras italianas grandes y de alta tecnología, presente en los mercados internacionales de defensa, aeroespacial y transporte y en los primeros lugares en Italia para inversiones en investigación y desarrollo.
O se confirma al presidente y al frente de la empresa Giuseppe Orsi o cambiamos rápido, pero no, la parálisis ya no es soportable. A estas alturas el escándalo se extiende y las investigaciones judiciales por corrupción y coimas vinculadas a Finmeccanica acuden por todos lados y vueltas, además de Orsi y otros ejecutivos o fixers, también el exministro Claudio Scajola, el que seguro caerá en historia (no precisamente gloriosa) por el descaro con el que un día anunció a los italianos que había descubierto que, sin saberlo (!), alguien le había regalado una casa frente al Coliseo. Los magistrados ahora están investigando un presunto soborno de 550 millones de euros en un acuerdo con Brasil. Y las interceptaciones también preocupan al ex primer ministro Silvio Berlusconi por negocios con Putin.
Más allá de los escándalos – que socavan cada día más la imagen y la credibilidad internacional de Finmeccanica, también en la Bolsa de Valores – lo intolerable es que uno de los primeros grupos públicos italianos se mantenga en el limbo por la indecisión política. Una reunión entre BAE y EADS para evaluar los efectos del plan de fusión, que afortunadamente fracasó, fue cancelada hace unos días por Mario Monti, quien debía reunirse con Orsi y el director general de Finmeccanica, Alessandro Pansa, en el Palazzo Chigi para evaluar qué hacer. Pero habiendo escapado a la fusión Bae-Eads, Finmeccanica no ha escapado en absoluto al peligro de quedarse en medio del vado sin una guía confiable y autorizada y sin una alineación estratégica a la situación y las oportunidades que ofrece la crisis.
Monti debe tomar el toro por los cuernos y decidir rápido: o sigue confiando en Orsi, a pesar de las pesquisas y a pesar de los roces con el ministro Grilli, o debe tener el coraje de cambiar rápido. Así lo ha escrito también el Corriere della Sera esta mañana en un editorial firmado por Massimo Mucchetti. Y es puro sentido común.
