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El paraíso tecnológico de Estonia, pero la economía no despega

Tallin es la capital de las start-ups innovadoras, según el Wall Street Journal - Una revolución tecnológica que involucra a toda la sociedad - Los ciudadanos pueden hacer todo en línea - La informatización también afecta a la AP: muy pocos empleados públicos - Sin embargo, el PIB per cápita está entre los más bajos de Europa

El paraíso tecnológico de Estonia, pero la economía no despega

Estonia, uno de los estados más pequeños de Europa, puede ser un modelo para las nuevas empresas tecnológicas. Así lo confirma el Wall Street Journal, que dedica un artículo extenso a la república báltica.

El país, con apenas 1,29 millones de habitantes, ha gozado durante mucho tiempo de una excelente reputación: de hecho, es aquí donde se desarrolló Skype, por citar el caso más famoso.

La innovación en Tallin no sólo se traduce en una veintena de emprendedores que diseñan aplicaciones para el iPhone, sino que impregna a toda la sociedad. El jefe de Estado, Toomas Hendrik Ilves, elegido en 2006, conoce lenguajes de programación desde los 13 años. Las asambleas se llevan a cabo en línea desde el año 2000. Desde 2005, los ciudadanos pueden votar a través de Internet. Y en 2011, casi una cuarta parte de los votos procedían de la web.

La declaración de la renta es electrónica desde el año 2000, dos años después le tocó el turno a las boletas escolares, tres años después a la del catastro. En 2008 fue el turno de las historias clínicas y en 2010 de las recetas médicas. Prácticamente todo se puede hacer en línea, incluso registrar a los recién nacidos en el registro civil.

Toda esta informatización tiene efectos muy evidentes en el aparato burocrático. Sólo el 1,9 por ciento de la población trabaja en la vía pública.

En el corazón de la revolución tecnológica de Estonia se encuentra la tarjeta de identidad electrónica, la clave que tienen los ciudadanos para acceder a todos los servicios en línea del gobierno. El estado proporciona una infraestructura, pero la autenticación está encriptada y no puede ser controlada por el gobierno.

“Me asombra que alguien diga 'No quiero cédula de identidad electrónica' porque ve en riesgo al Gran Hermano. Yo diría que el problema es el contrario. El Gran Hermano se combate precisamente con estas armas”, declara el presidente Ilves.

Puede parecer extraño que un antiguo territorio soviético tenga tanta confianza en las instituciones. Pero para Ilves, convencer a los estonios de usar la tecnología no fue tan difícil: “el punto está en la psicología de aquellos que han sido oprimidos. En el afán de deshacerse de todo lo que era pasado, los ciudadanos han aceptado con gusto nuevas soluciones”.

Sin embargo, la innovación no siempre va de la mano con la riqueza de una nación. Tallin es sin duda un líder en el sector tecnológico, pero esta ventaja aún no se ha convertido en un éxito económico. Según datos proporcionados por la Unión Europea, el estado es uno de los más pobres en 2012: el PIB per cápita es solo el 68 por ciento del promedio de los países miembros.

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