A diferencia de la telefonía o el transporte aéreo, la liberalización del mercado eléctrico no ha provocado esa avalancha de ofertas bonificadas que suelen guiar al consumidor sagaz en su zapping del ahorro. Aunque como reconoce el hiperliberal Carlo Stagnaro “se ha hecho todo lo que había que hacer desde el punto de vista regulatorio, las ofertas a los consumidores caen en saco roto”. Si sólo un grupo de usuarios, la gran empresa intensiva en energía, ha sabido aprovechar la caída de los precios mayoristas del kilovatio hora, el resto de usuarios, desde los domésticos hasta las pequeñas y medianas empresas comerciales, pagan tarifas que penalizarnos en comparación con el resto de Europa. La responsabilidad, como escribe Luca Pagni en su exhaustivo artículo publicado por La Repubblica, y según relata en varios posts, radica en la complejidad de la composición del proyecto de ley lastrado por varios cargos indebidos y de difícil maniobra.
A la rigidez estructural de la factura, se suma el desconocimiento por parte de los usuarios de las posibilidades de reducción de la factura. La gran mayoría desconoce la existencia del servicio TrovaOfferte, el servicio online en la web de la Autoridad que ayuda a encontrar la mejor oferta en la propia provincia en función del consumo medio del usuario.
Desde la apertura total del mercado eléctrico en 2007, solo el 22,3% de los hogares y el 25% de las pequeñas empresas han cambiado de proveedor.
