comparte

Cuña fiscal, decisiva para la eficacia de los métodos y tiempos del "corte"

El Gobierno pondrá en marcha el "recorte" de la cuña fiscal, junto al resto de medidas para la economía. Se conoce el tamaño de la intervención, de diez mil millones, pero su efectividad dependerá de los instrumentos con los que se realice el "corte", de las formas de cobertura financiera que se encuentren y de los tiempos de implementación de la reducción del gravamen. .

Cuña fiscal, decisiva para la eficacia de los métodos y tiempos del "corte"

La expectativa por las iniciativas en el ámbito económico que adoptará el Gobierno en la reunión del Consejo de Ministros del miércoles 12 va más allá del contenido de las disposiciones entrantes. De hecho, es el primer examen al que está convocado el nuevo Ejecutivo liderado por Matteo Renzi, lo que ha alimentado expectativas, demasiado grandes, sobre el cambio de ritmo respecto a los Gobiernos anteriores así como incluso sobre un nuevo modo de actuación en la propuesta e implementación de las reformas que tanto necesita nuestro país.

Sin embargo, en cuanto al fondo, la atención principal se centra en el anunciado "recorte" de la cuña fiscal, que según la mayoría de los observadores nacionales e incluso internacionales constituye, para la situación italiana, el eje fundamental de una política económica que pretende relanzar el consumo. y la ocupación.

Sobre este tema, son cuatro, a grandes rasgos, los elementos sobre los que el gobierno de Renzi espera la prueba. El primero es la entidad económica global de la intervención; el segundo consta de las herramientas con las que se realizará el “corte”; las terceras son las fuentes de financiamiento del “corte”, pues representan la otra cara de la acción de política económica; el cuarto son las modalidades normativas de la intervención y sobre todo sus tiempos de ejecución.

1. Entidad económica global. Ahora parece establecido que la reducción de la cuña fiscal supondrá una disminución de los impuestos y/o de las cotizaciones a la seguridad social, del orden de 10 millones de euros anuales, entre los que se beneficiarán directamente los trabajadores y los que se beneficiarán los empresarios. aliviado. De momento, es el único aspecto de la operación que ya se ha aclarado.
A fin de cuentas, es una intervención modesta, ya que es menos del 5% del tamaño de la cuña. Para dar un impulso real a la economía haría falta más, probablemente al menos ese recorte del 10% que Renzi había hecho creer en su primer discurso en la Cámara, jugando un poco con las palabras y los números. Diez mil millones es incluso menos de lo que había comenzado a perfilar el anterior gobierno de Letta. Sin embargo, con el presupuesto estatal no se puede jugar, dadas las limitaciones constitucionales y derivadas de los acuerdos europeos, y siendo realistas, encontrar 10 millones ya parece una tarea complicada. Mejor 10 mil millones realmente recortados que 15 o 30 anunciados, pero inviables.

2. Herramientas de intervención. Dado que la cuña fiscal es la diferencia entre el coste total para el empresario de un trabajador por cuenta ajena y su salario neto, la intervención reductora puede operar tanto sobre las cargas soportadas por las empresas como sobre las soportadas directamente por el trabajador. La empresa soporta, esencialmente, una parte de las cotizaciones de la seguridad social (INPS e Inail) y la parte del IRAP que pesa sobre el costo de la mano de obra. No debe olvidarse que además de las mensualidades pagadas al trabajador, el patrón también debe operar sobre las provisiones de las indemnizaciones por años de servicio. El empleado debe pagar su parte de las contribuciones a la seguridad social, así como el impuesto sobre la renta, incluso si el empleador retiene y paga materialmente.

La reducción de la cuña fiscal, por tanto, se puede conseguir tanto recortando las cargas de las empresas como reduciendo las cargas del trabajador. Es evidente cómo los dos métodos producen efectos diferentes, ambos útiles para el crecimiento de la economía, pero diferentes. Si se favorece a las empresas, el objetivo será mejorar su grado de competitividad y, por tanto, estimular las inversiones y la contratación; si los trabajadores se ven beneficiados, el consumo aumentará. ¿Qué es lo que más se necesita en la situación económica actual? ¿Cuál de las dos direcciones daría un impulso más sustancial a la economía? Las opiniones difieren.

También podríamos operar en ambas direcciones al mismo tiempo, a través de una combinación equilibrada de intervenciones. Sin embargo, dada la limitación de los recursos disponibles, parece prevalecer la opción de concentrar la acción en un solo lado, para no diluir su eficacia, según explicó el Ministro de Economía y Finanzas, Pier Carlo Padoan; sin embargo, decir más.

Según ha parecido entender hasta ahora, entre declaraciones hipersintéticas y bromas del primer ministro, la intervención económica estará mayoritariamente del lado de los trabajadores, a los que se les rebajará la tasa del Irpef. Para un trabajador con unos ingresos de unos 25 euros al año, la prestación podría rondar los 80 euros al mes, se decía. El objetivo de la política económica sería, por tanto, estimular el consumo y, por tanto, indirectamente, la producción y el empleo.

¿Y para las empresas? Probablemente nada o muy poco en la forma de reducir los retiros. Algunos hablan de un 30% de la intervención a favor de las empresas, pero la presión de los sindicatos de trabajadores parece destinada a inclinar aún más la balanza hacia los empleados. Para compensar el sistema productivo, el jefe de Gobierno ha anunciado una serie de medidas de simplificación de las empresas, que deberían aligerar las obligaciones y limitaciones y, por tanto, indirectamente, traducirse en ventajas y menores costes. ¿Será suficiente promover un incremento inmediato del empleo, que es el primer objetivo declarado del Gobierno?

3. Fuentes de financiación. Los menores ingresos resultantes de la reducción de la cuña fiscal deben compensarse íntegramente en el presupuesto estatal. No podemos permitirnos ningún desequilibrio en este sentido, dado el nivel de déficit anual ya dolorosamente contenido dentro del 3%, máximo permitido por la Unión Europea. Los diez mil millones de pérdidas de ingresos deben ser reemplazados por reducciones de gastos o aumentos de ingresos de la misma magnitud general.

El principal camino a seguir debería ser la reducción del gasto público. En esto todos están de acuerdo, sin excepción. El nivel de carga tributaria de nuestra economía, es decir, la relación entre la recaudación de impuestos y el producto interno bruto, se encuentra en niveles insostenibles, que constituyen el lastre más importante para la economía. Cualquier nueva forma de gravamen alimentaría esta relación, mientras que en el río del gasto público es fácil ver importantes corrientes de ineficiencia y despilfarro.

Por lo tanto, el objetivo es recuperar recursos con la llamada "revisión de gastos", y se esperan los primeros resultados del trabajo que el comisario para la revisión de gastos, Carlo Cottarelli, está realizando con gran entusiasmo. Pero si bien se deposita la máxima confianza en los éxitos de Cottarelli, es previsible que, además de los problemas de la cuantía de los ahorros, exista la cuestión del momento de realización de los menores gastos. De hecho, solo los ahorros inmediatos pueden permitir un alivio inmediato de la cuña fiscal. Y la inercia de los mecanismos de gasto difícilmente permite beneficios instantáneos para las arcas del Estado, pero suponiendo que una parte del financiamiento pueda ser efectivamente cubierta por la revisión del gasto, otra quedará por cubrir.

Para los llamados techos "estructurales", llevará tiempo, se necesitarán otras reformas. Por tanto, el Gobierno necesita recursos "tampón", es decir, sustituir temporalmente los estructurales que vendrán después, como ha dejado claro el ministro Padoan. Pero la hipótesis de utilizar fondos europeos para este fin parece impracticable.

Entre las posibilidades esbozadas por el Gobierno inmediatamente después de su toma de posesión, estaría la de un aumento de la tributación de las rentas financieras, entendidas genéricamente con las rentas del capital y otras rentas. Pero se trata de una iniciativa compleja, que difícilmente se pondrá en marcha de forma inmediata, ni siquiera para financiar esta primera reducción de la cuña fiscal.

Quedan ya vigentes y pendientes de examen parlamentario los eventuales ingresos de la regularización de capitales en el exterior, a través de la denominada disposición de divulgación voluntaria. El inminente acuerdo con Suiza, sobre el intercambio de información, podría dar un impulso a las solicitudes de regularización. Como préstamo de "amortiguación", podría estar bien, pero los ingresos de esta medida parecen algo inciertos. De momento, el Gobierno no lo ha cuantificado oficialmente, con el informe técnico que acompaña al decreto ley 4/14, aunque Padoan hablaba de 4-5 mil millones de posibles ingresos. Probablemente dependerá del mayor atractivo que el Gobierno pueda darle a la medida, que actualmente es muy costosa para quienes deciden utilizarla dada la impunidad prevista para los delitos. En resumen, el coco del acuerdo con Suiza puede no ser suficiente.

Finalmente, para la cobertura financiera, Padoan podría poner sobre la mesa los ahorros que la reducción del diferencial y los bajos tipos de interés para la remuneración de los títulos de deuda pública están produciendo para los presupuestos del Estado.

En definitiva, se trata de una cobertura financiera en gran medida incierta o transitoria, lo que arroja incertidumbre sobre el alcance real de la medida de reducción de la cuña fiscal que el Gobierno está a punto de adoptar. Además, el Gobierno debe considerar que la elección de la cobertura financiera es también una acción de política económica, ya que no es indiferente a la evolución de la economía de donde provengan los recursos que se utilizarán para reducir la cuña fiscal. Reemplazar un gravamen por otro gravamen, aunque provenga de una fuente diferente, por ejemplo, no sería tan efectivo como recortar el gasto improductivo.

4. Métodos y tiempos de implementación. El problema de la cobertura financiera corre el riesgo de influir en la elección de los métodos y, sobre todo, en los tiempos de implementación de la desgravación fiscal/contributiva. Si los 10 millones no están todos disponibles de forma inmediata, el Gobierno tendrá que adoptar una medida con efectos retardados o, al menos, repartidos en el tiempo. Quizás no sea sorprendente que el Primer Ministro haya declarado que el próximo Consejo de Ministros se comprometerá formalmente a reducir el impuesto.

La disposición podría ser aprobada en forma de decreto ley (un simple proyecto de ley anularía inmediatamente la credibilidad de este gobierno), sin embargo no es improbable que sus efectos no sean todos inmediatos, sino subordinados a la futura obtención de los recursos financieros. recursos necesarios para cubrirlo. Además, si gran parte o la totalidad del coste para la Hacienda va a depender de la reducción del IRPF de los trabajadores, será fácil posponer su aplicación, por ejemplo, en el momento del ajuste de fin de ejercicio o del pago de anticipos de impuestos.

Pero de ser así, la eficacia de la reducción de la cuña fiscal para la reactivación del consumo, del empleo y, en todo caso, de la economía se debilitaría y retrasaría. 

Revisión