Donald Trump ha dado luz verde al carbón. Firmó la Independencia Energética que entierra definitivamente la política de Obama de lucha contra el cambio climático y facilita la autorización de emplazamientos de energía fósil. Es un mundo realmente bizarro, porque la tan buscada reducción de gases de efecto invernadero debería decir gracias al declive del carbón. De hecho, la construcción de nuevas centrales eléctricas ha disminuido, por lo que la reducción de 2 grados de la temperatura global es más realista.
La buena noticia, eclipsada por la decisión de EE. UU. de ayer, proviene del informe "Tracking The Global Coal Plant Pipeline" de 2017 que certificó que las plantas de carbón planificadas y financiadas ahora están en declive. Principalmente factores geopolíticos han influido en la austeridad de las inversiones. Afectados por las decisiones de la conferencia climática de la ONU en París en 2015. Todavía es pronto para decir si la carrera por el carbón se ha detenido por completo, sobre todo por los empujones y contraataques provenientes de EE.UU. Y seguramente habrá protestas.
El análisis del escenario del informe parte de China y la clara necesidad de aumentar la demanda de producción energética nacional. En solo un año, las concesiones de sitios de carbón listas para ser liberadas cayeron en un 85 por ciento, con importantes desinversiones. Cientos de sitios de construcción listos han sido bloqueados. Además de la caída de nuevos edificios, el "Tracking" revela una disposición global de 64 GW de potencia en poco más de dos años, equivalente a la actividad de 120 plantas. El fenómeno chino se ha reflejado en India, la otra gran potencia en el camino de las energías fósiles. ¿Qué pasó a cambio?
Un aumento lento pero progresivo de las energías renovables que debería hacer que los sitios de carbón planificados sean completamente superfluos. Para China, en particular, se espera que la expansión de fuentes no contaminantes, en el mediano plazo, cubra por completo el déficit energético general. Sin embargo, algo bueno en 2016 también sucedió en Europa. Reino Unido registró un fuerte descenso de las emisiones nocivas, precisamente por haber limitado la producción de las centrales de carbón, mientras que Bélgica cerró definitivamente su última funcional a finales de año. Un panorama que tiende a ser favorable al cambio climático, puesto en entredicho por la elección estadounidense.
