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Carige, banco estatal y nacionalización: tragedia anunciada

La discusión iniciada por los grillini sobre el destino futuro de Carige es desconcertante y perturba tanto el trabajo de los comisarios del banco como de los mercados financieros - Es increíble la ligereza con la que Di Maio y Salvini utilizan palabras como banca estatal o nacionalización

Carige, banco estatal y nacionalización: tragedia anunciada

La confusión léxica reina bajo las estrellas del gobierno amarillo verdoso, indiferente a posibles perturbaciones en los mercados financieros. De hecho, Carige es un banco con miles de depositantes, que cotiza en la Bolsa de Milán, con muchos accionistas grandes y pequeños y tenedores de acciones de ahorro, cuyas acciones han sido suspendidas de cotización y cuya capitalización de mercado es cercana a cero. En este contexto, los accionistas no pueden deshacerse de las acciones mientras los depositantes, aunque garantizados por el fondo especial hasta cien mil euros, están a la espera de las soluciones que propondrán los comisarios.

El torpe intento de los grillini de disfrazar la nada con palabras, con la esperanza de poder tranquilizar a su electorado sobre su supuesta diversidad del odiado gobierno Gentiloni, es un síntoma de esta confusión y codicia no reconocida por ocupar un banco. Torpe intento condenado al fracaso, ya que los procedimientos para las crisis bancarias deben adoptarse tal como son y por ello el llamamiento a la diversidad aparece no sólo como una artimaña mediática, sino sobre todo como una grave incursión electoral en la delicada labor de los comisarios que, en al menos en esta fase inicial, no creo que aprecien la explotación política del caso Carige.

Asimismo, no creo que los mercados financieros estén tranquilos, y el anuncio goliárdico de soluciones que no han sido adecuadamente probadas en el pasado solo puede dejarnos atónitos con expectativa y preocupación. Nuestros locuaces ministros hubieran hecho mejor si hubieran tomado nota de la normativa vigente, remitiendo la polémica política a las soluciones que los comisarios presentarán a las autoridades de control ya la Comisión Europea. Pero la campaña electoral ya ha comenzado y el caso Carige es demasiado tentador para abandonarlo.

Pero aún más desconcertante es la extraña discusión sobre el destino de Carige, sus accionistas, su personal, sus depositantes y proveedores, y las redes financieras que lo vinculan con el resto del sistema bancario italiano y extranjero. De hecho, las palabras "banco estatal" surgen del sombrero de los gobernantes más ingenuos, mientras que otros se contentan con proponer la nacionalización de Carige.

En el lenguaje común, pero también en la historia reciente, el "banco estatal" es el que rige la política monetaria y emite dinero. No creo que el Sr. Di Maio tenga en mente transformar Carige en un banco estatal genovés, dejando el euro, y acuñando y reemitiendo Genovino o Mezzo Grosso. Tal vez quiso decir algo más. Pero dado que las palabras tienen sentido, la claridad sería bienvenida.

Por tanto, sólo queda sobre la mesa de anuncios la propuesta de nacionalización, inmediatamente definida por los comisarios como bizarra, aunque con palabras más diplomáticas. Para quienes todavía dan sentido a las palabras, la palabra nacionalización les trae a la memoria la nacionalización de las plantas eléctricas que se dio en 1962 con un fuerte desembolso de las arcas del Estado para repagar las indemnizaciones a las empresas eléctricas; o yendo aún más atrás en el tiempo, la desamortización por parte del Estado del eje eclesiástico. Di Maio planea repetir estos ejemplos? En efecto, con desvergüenza intelectual, nuestros gobernantes pretenden, para no ser negados las promesas hechas y los compromisos asumidos, que la nacionalización será sin costo alguno para los ciudadanos ni para el presupuesto del Estado. De ser así, sería la primera nacionalización no onerosa por arte de magia de la historia. Pero Di Maio dice que si el gobierno pusiera dinero, los ciudadanos tendrían un banco a cambio. ¿Pretende el vicepresidente referirse a una empresa pública cuyas acciones se entregan a todo ciudadano vivo y al nacer; incluidos los extranjeros, si Salvini lo permite? Son conceptos que conviene aclarar a la opinión pública ya Europa.

Dado que las embajadas en Roma informan regularmente a las cancillerías de sus respectivos países sobre el debate político en Italia, ¿qué comunicarán sobre esta extraña aventura que corre el riesgo de convertirse de una tragedia léxica en financiera?

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