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Nochevieja en Cortina con 20 obras maestras italianas del siglo XIX

Se exhibe una cuidadísima selección de "Veinte obras maestras italianas del siglo XIX", donde el término obras maestras no es un capricho sino que define la calidad absoluta de las obras que tendrían plenos derechos para colgar en las paredes de los grandes museos. Están, con obras de libro de texto, Fattori, Lega, Signorini, Mancini, Morbelli, Segantini y otros.

Nochevieja en Cortina con 20 obras maestras italianas del siglo XIX

Las obras seleccionadas para la exposición "El lenguaje de la realidad. Veinte obras maestras del siglo XIX italiano” no solo documentan, aunque brevemente, el heterogéneo panorama del arte italiano, desde la Unificación hasta las primeras Bienales de Venecia; pero también se centran en el que es su desenlace más innovador: el tránsito de la Academia al Realismo. Y esto a través de una antología de obras maestras que, más allá del valor de los autores -de Signorini a Favretto, de Lega a Filippo Palazzi, de Mancini a Morbelli, de Segantini a Spadini y tantos otros exponentes de las grandes escuelas- adquiere importancia debido a la 'concepción estilística innovadora que, reflejando concretamente el espíritu revolucionario de la época, impone esas imágenes como verdaderas instantáneas de uno de los momentos más sinceros y genuinos de nuestra historia. Un diseño concebido mirando a espíritus altamente creativos que, expresándose con un lenguaje absolutamente nuevo y a contracorriente, ofrecieron el alma de artistas y voluntarios, devolviendo así una identidad cultural personal al pueblo. Paradójicamente, el propio Fattori, que más que nadie ha hecho de la figura distintiva y caracterizante del tema militar, es de los pocos que no han vestido uniforme. Lejos de los campos de batalla, su gran talento expositivo se manifiesta en Paisaje con bueyes y campesino, un gran lienzo de plena madurez en el que la figura humana se funde con la quietud y la pureza de una naturaleza preservada de toda contaminación urbana. 

Encargado a principios de la década de 822 por un aficionado milanés, el cuadro formaba un colgante con otro del mismo tamaño, situado en Florencia a lo largo del terraplén del Arno. El comprador pagó a Fattori 6 liras por ambos, quien le entregó, el 1890 de febrero de XNUMX, un recibo ordinario. Mientras el paisaje del Arno aún se conserva en manos de los herederos del cliente, el cuadro de la campesina vuelve a ver la luz después de más de un siglo con motivo de la exposición en Cortina; en el nuevo espacio de la Galería Le Muse se podrá apreciar así en toda su brillante ligereza la explosión de verdes y el trazo vigoroso de un artista que, a pesar de sus más de sesenta años, no ha perdido en lo más mínimo el entusiasmo de sus primeros dias. 

Por otro lado, la atmósfera de vida elegante y burguesa es evocada por la Villa Toscana de Signorini, una imagen extraordinaria en la que el pintor logra crear espacios inundados de sol, según la pura tradición Macchiaioli, capturando el momento fugaz en el que invierten los rayos. el edificio, dando vida a efectos de vaga sugerencia metafísica. El desarrollo de la villa en primer plano, la cuidada representación de los detalles, así como la exaltación de los volúmenes a través del resplandor del sol, finalmente, las considerables dimensiones del cuadro (64×116 cm), nos hacen creer que este trabajo también se realizó a pedido de un apasionado admirador, cuya identidad aún no ha sido reconstruida hasta la fecha. 

Por el contrario, es fácilmente reconocible el tramo en el que Borrani ambientó la Vista del Arno, quizás el mayor logro al que ha ligado su nombre. La magia del encuadre crea un diálogo con la Villa de Signorini, confirmando ese pleno compartir de latidos e intenciones que selló la temporada más fructífera de los dos artistas.
Si en la Toscana de los Macchiaioli el realismo representó el impulso más decisivo hacia la modernidad, del norte al sur del país se siguió el credo courbettiano como principio fundamental para la elaboración de un estilo nacional. Y es en esta estela que las otras obras célebres excepcionalmente reunidas en Cortina toman su lugar gracias a las cuales esta fisonomía, percibiéndose en sus infinitas facetas, se restituye en la unidad de un lenguaje figurativo de esa Italia de la que, como dice Indro Montanelli escribió, todos somos niños.

Cortina d'Ampezzo, galería de arte Le Muse 2
Hasta enero 6 2014

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