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Brasil, se acabó el cuento de hadas del fútbol: el drama social tumba a la Seleçao

El fútbol ya no es una fiesta: Brasil descubre que las desigualdades sociales son más importantes que la selección nacional de fútbol y la protesta popular lleva al drama - Incluso los BRICS tienen dos caras y el PIB no lo es todo - La historia del fútbol capaz de hacer olvidar los problemas sociales y convertir todo en alegría también va al desván en Brasil.

Brasil, se acabó el cuento de hadas del fútbol: el drama social tumba a la Seleçao

El estereotipo de Brasil que vive para el fútbol se derrumba antecreciente ola de protestas de la plaza frente a la Copa Confederaciones.También se desvanece la fábula de la Seleçao capaz de unir favelas en ruinas y rascacielos ultramodernos en la alegría de la victoria. Para la imagen del fútbol es una desagradable sorpresa verse enfrentado en el país que siempre lo ha venerado y en el que se esperaba una apoteosis popular con el regreso de la Copa del Mundo después de 63 años. Es inimaginable que salte todo, no solo las Confederaciones sino hasta el Mundial del próximo año, pero el aire que sopla de Río a San Paolo, de Salvador a Belo Horizonte siempre es más pesado.

La fiesta prometida se ha convertido en un drama con las primeras muertes pesando como una tonelada. Para el fútbol y la Fifa del viejo e inamovible Blatter ha sonado la alarma: el fútbol multimillonario, con salarios desligados de cualquier lógica económica y rendimiento deportivo, que habla de millones de euros como si fueran cacahuetes, agradará a los jeques pero es distanciando a la gente de la curva, esos que aun teniendo la suerte de tener un trabajo deberían vivir al menos dos siglos para juntar a duras penas lo que gana en uno o dos años un jugador como Balotelli o Buffon, por mencionar dos nombres italianos sin molestar a las cifras estelares de los distintos Ibras, Messi, Ronaldo, Neymar y compañeros.
En Brasil, para envenenar el clima y alimentar la indignación popular, hay entonces corrupción, despilfarro, multimillonarios poco claros de dinero vinculado a pedidos para la preparación de la Copa del Mundo. Gastos desproporcionados que el Gobierno ha intentado cubrir con un aluvión de aumentos de servicios. De ahí la vehemente protesta, con la gente saliendo a las calles contra los mismos ídolos del fútbol. Una protesta que debería abrir los ojos no solo a los gobernantes del fútbol mundial sino también al FMI y a los economistas que ven en el crecimiento del PIB el único parámetro para decretar la confiabilidad y la salud de un país.
Brasil es uno de los cinco países incluidos en las siglas BRICS con China, Rusia, Sudáfrica e India, caracterizado por un notable auge económico compuesto por crecimientos de dos dígitos. Pero las desigualdades sociales siguen siendo espantosas, con una masa de desfavorecidos sin ningún tipo de protección. Una marea humana totalmente omitida en el juicio de fiabilidad elaborado por banqueros y empresas de calificación. Para la Eurozona, sumida en una recesión sin fin a la vista, con el diferencial dispuesto a castigar a los países más endeudados, el crecimiento de los BRICS es sin duda un espejismo. Pero los sistemas de bienestar, aunque con muchas diferencias y cada vez más en el punto de mira de los rigoristas de la austeridad al estilo alemán, al menos hasta ahora han funcionado incluso si un segmento cada vez más grande de la población se está empobreciendo.

En este sentido, el discurso de Robert Kennedy en Kandas City en abril de 1968, dos meses antes de ser asesinado en Los Ángeles, vuelve a ser de actualidad conmovedora: "No podemos medir el espíritu nacional sobre la base del índice Dow-Jones, ni los éxitos del país sobre la base del Producto Interno Bruto. El PIB también incluye la contaminación del aire y la publicidad de cigarrillos, y las ambulancias para limpiar nuestras carreteras de la carnicería de fin de semana. El PIB cobra cerrojos especiales para las puertas de nuestras casas, y prisiones para quienes intenten forzarlas. Incluye programas de televisión que valoran la fuerza bruta para vender productos violentos a nuestros hijos. Crece con la producción de napalm, misiles y ojivas nucleares. El PIB no tiene en cuenta la salud de nuestras familias, la calidad de su educación o la alegría de sus momentos de ocio. Mide todo, en resumen, excepto lo que hace que la vida realmente valga la pena. Puede decirnos todo sobre Estados Unidos, pero no si podemos estar orgullosos de ser estadounidenses". El Brasil-Italia está programado para esta noche en Salvador de Bahía. Pase lo que pase, será un espectáculo con regusto amargo. Incluso Brasil, enfrentado a la corrupción rampante y la desigualdad, habiendo terminado el efecto anestésico del 'fútbol', ahora ha descubierto -como está escrito en una pancarta de los manifestantes- que "un maestro vale mucho más que Neymar".

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