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Bestsellers del pasado: Lucio D'Ambra, mucho más que un escritor

Llegamos a nuestra novena cita con nuestra serie de reportajes sobre escritores superventas del pasado. Le toca el turno a Lucio D'Ambra que fue mucho más que un escritor de novelas de inmenso éxito, ya que sin duda fue una de las figuras públicas más destacadas de su tiempo.

Bestsellers del pasado: Lucio D'Ambra, mucho más que un escritor

La modernidad di de ámbar

Llegamos a nuestra novena cita con nuestra serie de reportajes sobre escritores superventas del pasado. Le toca el turno a Lucio D'Ambra que fue mucho más que un escritor de novelas de inmenso éxito, ya que sin duda fue una de las figuras públicas más destacadas de su tiempo.

De hecho, si hay un personaje que ocupó la escena de la cultura y el espectáculo en las primeras décadas del siglo XX solo puede ser él, en connivencia con el otro protagonista omnipresente, pero ciertamente no tanto como él, Salvator Gotta. .

En el mundo literario actual, donde la tecnología está cambiando un poco todas las profesiones y donde llegar al público con el trabajo literario de uno es solo presionar un botón, se requiere de los escritores mucho más que la capacidad de contar historias. Tal vez se requiera ser los empresarios de uno mismo, los promotores de su trabajo, los comunicadores de sus propias actividades particularmente en los nuevos medios. Históricamente, este trabajo ha sido realizado con éxito por estructuras especializadas, como casas editoriales y productoras. En el nuevo escenario de la industria cultural que se mueve en el ciberespacio, estos organizaciones de mediación cultural entre productores y consumidores de cultura tienden a perder importancia y convertirse casi en estructuras financieras para dejar en manos de los autores muchas de las funciones que, en la era de los medios de comunicación y la prensa, realizaban directamente. Aquí el autor se convierte en el eje de la relación con el público, el motor del negocio, el sujeto que verdaderamente puede determinar, con sus iniciativas públicas, el éxito de una obra. En este sentido, Lucio D'Ambra se adelantó a su tiempo y puede ser un ejemplo para quienes hoy se encuentran operando en el escenario determinado por los nuevos medios de comunicación y difusión de la cultura.

Al D'Ambra, seudónimo ennoblecido de un Manganella mucho más canoso, le atribuye en efecto una presencia continua e intensa también en el mundo del teatro y del cine, en el que quizás se le recuerda más que en el de las letras. En total fue redactor y periodista de varias revistas, poeta, escritor de unos cincuenta libros, brillante autor teatral de unas cuarenta obras, autor de temas y guionista de decenas de otros logros: actividades más que suficientes para llenar toda una vida, que no era incluso muy largo para él, ya que murió a la edad de 59 años.

Una tarea a 360 grados en la industria cultural

Fue D'Ambra en 1913 quien presentó la obra de Marcel Proust al público italiano. Apenas un mes después de la publicación en Francia del primer volumen de "Recherche", publicado por cuenta propia por una pequeña editorial, D'Ambra escribió un artículo entusiasta que llamó la atención de inmediato.

Pero nuestro personaje, como decíamos, fue también director y productor de teatro y cine, además de fundador de una compañía cinematográfica que lleva su nombre. En definitiva, un operador de 360 ​​grados de lo que fue el mundo de la literatura, el espectáculo y la farándula nacional durante más de treinta años.

Y, por si fuera poco, a estas actividades añadió también la de crítico literario, demostrando cualidades no mediocres, si supo reconocer, primero en Italia, la grandeza y la talla internacional de Marcel Proust: algo que sucedió en 1913 con un artículo en la “Rassegna contemporanea”, apenas un mes después del estreno en Francia de Du coté de chez Swann (Del lado de Swann), el primero de los siete volúmenes de la Buscar el tiempo perdido.

Descubrimiento y reconocimiento nada fáciles, dado que la obra había sido pagada por Proust a un editor no primario, Grasset, y aún no había sido traducida ni reseñada en Italia.

Y la cosa era aún más difícil en el panorama de nuestra crítica literaria, muy lenta en descubrir el valor donde se encuentra, tanto que durante décadas había ignorado la grandeza de un Verga realista, y luego la de un Tozzi, un Swabian, un Dino Campana, solo por nombrar algunos.

La vida

Lucio D'Ambra, entrando en años, con Bruno Mondadori con la mano en el hombro. Todas las obras de D'Ambra han sido publicadas por Mondadori.

Lucio D'Ambra nació en Roma en 1880 (pero algunos discuten la fecha y la adelantan algunos años, lo que también nos parece probable viendo la precocidad de ciertas etapas de su vida) en el seno de una acaudalada familia de la burguesía estatal del capital, de lejanos orígenes napolitanos. El padre es director general del Ministerio de Obras Públicas y empuja a su hijo a estudios serios, a comprometerse, a sacarse un título, que nunca llegará, ya dejar de lado la afición por las letras, especialmente la francesa.

A los 16 años, el joven Renato, así se llama en el registro civil, no puede dejar de dejarse influenciar por la divina Gabriele D'Annunzio, cuyo apellido original, Rapagnetta, no se diferencia mucho del suyo, Manganella, un número de sílabas y final doble consonante. Tanto es así que pronto adoptará uno similar, precisamente D'Ambra, al parecer acuñado especialmente para él por Ugo Ojetti. Y en ese año, 1896, publicó a sus expensas, y como no podía ser de otra manera para un chico de dieciséis años, un volumen de poemas inspirados en D'Annunzio.

Como su maestro ideal, de cuyo estilo se declarará siempre deudor, tampoco el joven Lucio se priva de esos impulsos amorosos que, aunque en cantidades infinitamente mayores, alegran la vida del divino Gabriel. Sin embargo, el matrimonio y el nacimiento de tres hijos, uno de los cuales, Diego, brillantemente lanzado a la carrera diplomática, fallece a principios de 1931, lo devolvieron a las tareas familiares y a una actividad profesional continua y muy laboriosa, llena de realizaciones y éxitos.

La pasión para il teatro

El primer trabajo para el Teatro D'Ambra se remonta a 1905 cuando tenía solo 25 años y ve la participación del actor más grande de la época, Ermete Novelli.

A pesar de la publicación de algunos libros, la pasión y actividad predominante en su juventud es el teatro. En 1905, con apenas 25 años, compuso un drama para el actor principal de la época, Ermete Novelli, que tampoco salió mal. ¡De lo contrario! Esto le permite entrar de lleno en el medio, familiarizarse y familiarizarse con los principales autores, actores, productores, directores y diversos operadores teatrales. Y empieza a llenar las carteleras con obras propias o ajenas, en las que ha colaborado en diversas capacidades. En el mundo de las letras tuvo entonces hábito y frecuentes relaciones con Pirandello, Capuana, Zuccoli, Ojetti y muchos otros.

Es esencialmente uno de los pocos que no necesita presentación para conocer y tratar con nadie, y esto permite que su extraordinaria creatividad artística se exprese plenamente.

La actividad película

El cartel de lanzamiento de la productora D'Ambra Film”.

En 1911 entra también en el mundo del cine: le piden que escriba un guión para Prometido para la gran pantalla. Y acepta el reto y demuestra que sabe desenvolverse bien con el cine mudo de la época. Desde entonces se han sucedido numerosos logros cinematográficos, que lo ven en la forma de guionista, guionista y director. Alcanzó su apogeo en 1919, cuando fundó su propia productora cinematográfica, "D'Ambra films". Sin embargo, esto duró poco, ya que al año siguiente se fusionó con otra empresa. Pero esto demuestra cómo está en perfecta simbiosis también con el mundo del celuloide y con las innumerables figuras de referencia del sector, desde los actores hasta los distintos operadores.

Recordemos las películas al respecto. señorita ciclón, el rey, las torres y los alfiles, Las esposas y las naranjas, Bailarines, La historia de la dama del abanico blanco, el falso amante, la princesa bebe, y otros.

En estas obras, los muchos casos de la vida cotidiana, de la vida conyugal y afectiva en general, tanto de la gente corriente como del mundo bello, son tratados con garbo, ligereza y jovialidad.

También introduce innovaciones técnicas, capaces de producir notables efectos escenográficos, ciertamente vanguardistas para la época. En definitiva, su presencia en el cine mudo no debe pasarse por alto.

La trilogía de las profesiones sentimentales.

La actividad literario

A principios de la década de XNUMX se inició un período de crisis para el cine italiano, y D'Ambra, con sus antenas sumamente sensibles a captar modas, preferencias y aversiones, se alejó un poco de ese ambiente, al que volvería más tarde. e intensifica la actividad literaria, por muy cultivada que esté siempre. De hecho, el mundo de la escritura había comenzado a pisarle muy pronto, tanto como poeta como como narrador; luego la había abandonado un poco por la actividad teatral paralela, pero había seguido escribiendo para periódicos y revistas.

El verdadero éxito llega en 1924 con la novela La profesión de esposo, que lo sitúa en las zonas altas del ranking de libros, en virtud de los 90-100.000 ejemplares vendidos en unos veinte años. No estamos al nivel de Da Verona y Pitigrilli en ventas, que en los últimos años, como hemos visto, se están despoblando, ni de Brocchi, pero seguimos en la pequeñísima patrulla de los autores de éxito, junto a Gotta, Milanesi y muy pocos otros. En definitiva, se convierte en uno de los protagonistas a nivel nacional también en este sector.

La profesión de marido es la primera de una trilogía, la de "Della vita in due", completada luego con La profesión de esposa en 1930 y concluida en 1936 con El arte de ser amantes. Es su trilogía más famosa, seguida de otras cuatro, para un total de quince novelas. A estos hay que sumar entonces, para dar cuenta de la actividad volcánica, al límite, digamos, del frenesí, al menos otra treintena de títulos, muchos de los cuales entraron en las listas de éxitos de ventas, como Mr Whiskey mi rival, encanto eslavo, Las dos formas de tener veinte, Ángeles del fin del día y otros.

En cuanto al teatro, su narrativa está ligada sobre todo a los hechos cotidianos, al gusto por las intrigas familiares y sentimentales, a los innumerables casos que presenta la realidad cotidiana, sin llegar nunca a tonos dramáticos, sino prefiriendo los de carácter brillante y discursivo, en en el que se combina la frivolidad mundana con los valores familiares, la tradición y la fe.

I premios

Por su contribución a la difusión de la literatura francesa en Italia, el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor, el más alto honor de la República Francesa.

Su laboriosa actividad literaria y artística sí es premiada por los lectores, pero no escapa ni siquiera a los organismos e instituciones tanto del país como del exterior. En 1928, coronando la atención que siempre había prestado a la literatura y la cultura francesas desde una edad temprana, el primer ministro francés Raymond Poincaré le otorgó, a propuesta de la Académie francaise, el título de oficial de la Legión de Honor, el más alto honor de la república francesa.

Unos diez años después, su figura relevante y omnipresente también es premiada por el régimen, dada si no la cercanía a sus temas, al menos la no hostilidad. Sus obras, sean literarias, teatrales o cinematográficas, alejan al público de los temas políticos más acuciantes, lo distraen, lo inducen a adaptarse serenamente al clima político que vive el país, sin hacerse demasiadas preguntas y sin pensar que puede cambiar cualquier cosa. Como otros, pero no muchos, lo estaban haciendo en esos veinte años.

El régimen le otorgó el nombramiento como miembro de la "Accademia d'Italia", la institución cultural más prestigiosa del país. Está integrado por 60 miembros que tienen derecho al título de excelencia, reservado exclusivamente a los ministros, prefectos y secretario del partido único, y una serie de otros privilegios, entre ellos la bonificación de 3.000 liras mensuales, en un país que soñaba con 1.000, como nos enseña la famosa canción "Si pudiera tener mil liras al mes".

En contrapartida, los académicos de Italia no tienen otra obligación que la de asistir a las pomposas y grandilocuentes reuniones y celebraciones, vestir uniforme azul claro, dotados de espada y porta espada y botones del número 9, y demás prescripciones, todas minuciosamente contempladas y enumeradas en un decreto especial publicado en el Diario Oficial. D'Ambra fue nombrado académico de Italia en 1937, 6 años antes que su socio Salvator Gotta.

Pero su presencia en la prestigiosa institución fue efímera, ya que falleció dos años después, en 1939, en la víspera de Año Nuevo, a pocas horas de las barricas, un año después que el maestro Gabriele D'Annunzio.

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