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Arte: Maurizio Cattelan y engaño en la Academia de Bolonia

Después del dedo en Piazza Affari, Maurizio Cattelan escenifica una nueva provocación en una de sus ciudades adoptivas, Bolonia. Los comediantes “I soliti idioti” vestidos de sacerdotes fueron enviados a la Academia de Bellas Artes, que esta mañana debía entregar el premio Alinovi-Daolio al artista, burlándose o divirtiendo al público culto reunido para el evento.

Arte: Maurizio Cattelan y engaño en la Academia de Bolonia

Después de LOVE, con el dedo medio levantado frente a Piazza Affari, Maurizio Cattelan escenifica una nueva provocación en una de sus ciudades adoptivas, Bolonia. El teatro del no evento es la Academia de Bellas Artes que esta mañana debía otorgar el premio Alinovi-Daolio al artista. En su lugar, Cattelan envía al dúo cómico "I soliti idioti" que, vestidos de sacerdote, escenifican una previsible burla ante el daño o para el placer del público ilustrado reunido para el evento. Renato Barilli, ilustre crítico de arte y profesor jubilado, contribuye involuntariamente a que el espectáculo sea completo”. Es una lástima que unos minutos antes fuera el propio Barilli quien explicara que el artista contemporáneo ya no es, necesariamente, el pintor o el escultor, sino aquel que está dotado del "arte de pensar brillantemente" o de suscitar "asombro" como el poeta, ese es el retrato de Cattelan, el orgullo de las exportaciones artísticas italianas. Pero todo, al parecer, tiene un límite.

La llegada del ganador había estado precedida de invitaciones institucionales, de una entrevista habitual en el noticiero local de un periódico y de la promesa de Cattelan de volver a la ciudad donde había dado sus primeros pasos como verdadero artista, de la mano de ese Roberto Daolio, profesor de la Academia y recientemente fallecido, a quien está dedicado el premio.

Fiel a la reflexión "Me notan más si no voy allá" en cambio perdió el avión (o el tren). Pero las provocaciones son el pan de cada día de este hombre de 53 años celebrado en todo el mundo: su segunda exposición en Bolonia fue una larga cola frente a la galería en cuya puerta colgaba el cartel de "Vuelvo enseguida"; también se sabe que hay un reporte periódico a los carabinieri por la desaparición de la obra invisible. En definitiva, a Cattelan le gusta el juego de los espejos, que aún a día de hoy consigue sacarnos unas cuantas risas y reflexiones. “El dadaísmo puede llegar a límites un poco insoportables”, comenta con algo de razón el director de la Academia Mauro Mazzali.

La ceremonia podría haber terminado en tristeza, si no fuera por la presencia de ánimo de Davide Bertocchi, el artista ganador del premio Alinovi 2012 que tuvo que entregar a Cattelan su propio trabajo en reconocimiento. Bertocchi, sin demasiados prejuicios, pone su homenaje en manos de los Soliti Idioti: "debéis saber -dice- que viví en casa de Cattelan en Milán, pero nunca le devolví nada: aquí está". La llave de la casa, con un llavero gigante adjunto: una patineta con forma de boomerang. Puede ser un bonito regalo pero también una buena advertencia para la serie: quien la haga, espérela.

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