comparte

PASA HOY – Piero Boni, dirigente sindical socialista, nació hace cien años

Piero Boni fue uno de los principales dirigentes sindicales socialistas de Italia: primero fue el número 2 de la Fiom y luego de la CGIL junto a Luciano Lama

PASA HOY – Piero Boni, dirigente sindical socialista, nació hace cien años

El 19 de octubre de 1920 -hace exactamente un siglo- nació en Parma piero boni, Una gran sindicalista socialista del siglo pasado, injustamente olvidado. De la gran ciudad ducal pronto se mudó con su familia a Roma, donde completó sus estudios licenciándose en derecho (su hermano era un famoso médico ortopedista, médico jefe en Pavía). Con el nombre de batalla"Pedro Coletti”, Boni había sido un héroe de la Resistencia, líder partidista y Medalla de plata al valor militar: participó en la liberación de Parma después de pasar diez meses en el Brigada Matteotti. Con un toque de orgullo, les contó a los ejecutivos subalternos su experiencia cuando fue lanzado en paracaídas detrás de las líneas enemigas. Para él, ese salto al vacío representó a lo largo de su vida el momento en el que un hombre debe pronunciar -como cuenta el poeta Constantino Cavafis- el gran sí o el gran no.

En la inmediata posguerra, primero fue miembro de la dirección sindical del PSI; luego pasó a formar parte de la secretaría de la CGIL. Luego, como "adjunto" de Luciano Lama, pasó a la dirección de la federación de químicos. En 1957 ingresó al secretariado de la Fiom. En la primavera de 1960 fue elegido secretario general adjunto de la Federación de metalúrgicos junto a Luciano Lama y miembro del ejecutivo federal; cargo que fue confirmado en 1962 y 1964, junto a Bruno Trentin. Con una peculiaridad singular. Cuando se propuso a Bruno Trentin en lugar de Lama, se creó una diarquía en la cúspide de la federación, ya que tanto Boni como Trentin (un caso bastante raro) fueron nombrados secretarios generales.

Unido a la secretaría federal en 1969, Boni participó activamente en el desafío de la unidad sindical con su pasión habitual, hasta el punto en que este objetivo tuvo que reducirse en el pacto federativo. En 1973 fue elegido Secretario General Adjunto de la Confederación, cargo que ocupó hasta 1977, año en que renunció a la secretaría. Esta transición no fue fácil ni indolora. En la práctica, la renuncia fue una salida a una situación que se había vuelto políticamente insostenible. En 1976, en el PSI, después de la derrota electoral, se da el punto de inflexión del Hotel Midas que lleva al secretariado a Bettino Craxi, con el apoyo de los CD lombardos dirigidos por Claudio Signorile. Boni se había mantenido solidario con el anterior secretario Francesco De Martino. Agostino Marianetti, entonces socialista miembro del secretariado confederal, puso su candidatura al frente de la corriente socialista (lo apoyó el lombardo Mario Didò, jefe de la organización y opositor histórico de Boni), con el apoyo del partido.

Boni resistió el intento de reemplazarlo manu militari todo lo que pudo, luego tuvo que ceder. De ahí la carta de renuncia y la salida de la CGIL (los comunistas -incluido Luciano Lama con quien Boni había trabajado durante años en cargos importantes- no movieron un dedo en su defensa) con una dignidad encomiable. Le fue encomendado –como sine cura– la Presidencia de la Fundación Brodolini (centro cultural de inspiración socialista del que también fue secretario un joven Renato Brunetta) y siguió representando a la CGIL en el CNEL (donde estuvo desde 1958) hasta 1995, cuando el suscrito, habiendo dejado la secretaría confederal y el sindicato, no pudo defender mejor su reelección. Durante once años fue presidente de la Comisión del Trabajo.

Piero Boni, una de las figuras centrales del mundo del trabajo y del sindicato durante muchas décadas, murió a fines de junio de 2009, ahora en el umbral de los noventa años. Saludable y deportivo, vivió una existencia íntegra junto a su familia: su esposa Valentina y sus dos hijas. En otra vida, Piero y yo estuvimos unidos por una amistosa e intensa relación política y personal. Con él comencé mi experiencia sindical en la Fiom de Bolonia y pasé a formar parte del secretariado nacional, cuando Boni pasó al secretariado de la CGIL en el Congreso de Livorno. Nuestra relación de estima y amistad continuó después, incluso después de su salida (expulsión) de la dirección confederal.

A pesar del trato sufrido, Boni siguió vinculado a la CGIL, tanto que nunca perdonó la posición crítica que asumí hacia la organización; ni mi candidatura y elección a la Cámara del Pueblo de la Libertad. La última vez que lo conocí en una convención, fui a saludarlo con el mismo cariño. Boni me miró de soslayo y dijo: “Te vuelves cada vez más tan…..o”. Me sentí víctima de un agravio, sobre todo porque no se me permitía explicar las razones de mis elecciones. Y porque en mi opinión la amistad estaba por encima de las opciones políticas. Pero ese juicio, pronunciado con los dientes apretados, todavía me duele. Como si fuera la de un padre amado hacia el que no se puede guardar rencor.

Revisión