El primer ministro Matteo Renzi habla de "pasos adelante", pero admite que "todavía hay algunas diferencias", porque Europa no puede "aceptar que Ucrania siga siendo inestable". La cumbre de la Asem en Milán, a la que asisten los líderes de Rusia y Ucrania junto a los principales jefes de Estado y de Gobierno de la UE, aún no ha marcado el inicio del deshielo entre Moscú y Kiev.
De hecho, la canciller Angela Merkel aclaró que la "no apertura" ha venido del número uno del Kremlin, Vladimir Putin, y que las negociaciones continuarán. Herman Van Rompuy, presidente saliente del Consejo de la UE, dijo explícitamente que “el conflicto en Ucrania aún no tiene solución política”.
En cualquier caso, Europa no tiene una línea común sobre cómo llevar a cabo la negociación. Renzi busca la mediación y considera necesario "volver a involucrar a Rusia en la situación internacional", porque el papel de Moscú puede ser "muy importante en varios campos", desde las medidas para contrarrestar la epidemia del virus del ébola hasta la lucha contra ISIS.
La posición del eje Gran Bretaña-Alemania es mucho más rígida. El primer ministro británico, David Cameron, ha instado a Rusia a respetar los acuerdos y retirar armas pesadas y tropas de Ucrania, bajo pena de mantener las sanciones (por la anexión de Crimea a principios de este año y el apoyo a los separatistas prorrusos que luchan en el este de Ucrania).
Putin, por su parte, habló de una "reunión buena y positiva", pero poco después el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, utilizó palabras mucho más duras: "Lamentablemente, algunos han mostrado una falta total de voluntad para comprender la realidad de la situación en sureste de Ucrania. Las conversaciones son realmente difíciles, hay muchos desacuerdos y muchos malentendidos. Aún así, hay un intercambio de puntos de vista” y Rusia permanece “abierta” a la discusión.
El presidente de Ucrania, Petro Poroshenko, por otro lado, dijo que era "pesimista" sobre el resultado de las conversaciones.
