El mundo atraviesa una fase de gran turbulencia. Muchos saldos han saltado. Las tensiones políticas, económicas y militares se multiplican. Los principales problemas "globales" se agudizan: la explosión demográfica, las migraciones masivas, el terrorismo, el cambio climático, la inestabilidad financiera.
El proceso de globalización ha entrado en crisis, los mercados tienden a fragmentarse, los impulsos nacionalistas recuperan fuerza. ¿Es posible reconstruir el orden antes de que la situación se deteriore aún más? No será fácil. Los países emergentes están en dificultades, Europa está desgarrada internamente.
Estados Unidos parece reacio a nuevos compromisos internacionales, pero sólo un Occidente cohesionado, abierto al diálogo con "los otros", capaz de dejar de lado las tesis cíclicas del declive y relanzar sus valores liberal-democráticos, podrá asumir de nuevo un papel de orientación y responsabilidades necesarias para afrontar un futuro incierto y superar con éxito los retos del siglo XXI.