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Venecia acoge la primera exposición italiana de Mikhail Roginsky, el llamado "padre del arte pop ruso"

La exposición «Mikhail Roginsky – Más allá de la puerta roja» está organizada por la Universidad de Venecia y la Fundación Mikhail Roginsky como parte de la 14ª Bienal de Arquitectura de Venecia.

Venecia acoge la primera exposición italiana de Mikhail Roginsky, el llamado "padre del arte pop ruso"

El que se puede admirar del 7 de junio al 23 de noviembre en Ca' Foscari será la primera exposición italiana de mikhail roginsky, la llamada "padre del arte pop ruso.

La elección de Elena Rudenko, comisaria de la exposición (Comisionada del proyecto: Ekaterina Kondranina; Directores científicos: Prof. Silvia Burini y Prof. Giuseppe Barbieri) es precisa: centrar la exposición en las obras de madurez del artista (1978-2003). El lapso de años que Mikhail Roginsky vivió en París. Este período fundamental de Roginsky será así investigado extensamente, centrándose en la pintura y en los conceptos estructurales inherentes a ella: color, forma, construcción.

La exposición, y no es casualidad, arranca con una obra anterior a la temporada parisina. Con esa «Puerta roja» (1965) que pertenece a la época soviética del artista y que es sin duda una de sus creaciones más famosas pero también una de las más herméticas. La "puerta" es idealmente aquella por la que trepa el artista, abandonando el cliché de un artista politizado, dedicado a concepciones complejas, para llegar precisamente a los nuevos campos de la pintura.
A menudo considerada por la crítica como un objeto ready-made, la "Puerta" presagia precisamente su transición a la pintura: el propio artista subrayó el estrecho vínculo de esta obra con la pintura de caballete.

Con "La puerta roja" Roginsky declara la voluntad de superar cualquier convencionalismo del lenguaje artístico dominante. En la Unión Soviética de la posguerra, la obra representó uno de los primeros intentos de deconstruir la bidimensionalidad de la superficie pictórica.
Aquí encontramos las premisas de su manifiesto antiestetismo, la aversión del artista a la misma palabra "arte", entendida por él como un conjunto de cosas creadas artificialmente, marchitas por el uso secular o lastradas por el peso de una ideología hipócrita.
Los comisarios de la exposición proponen dejar fuera de la puerta el cúmulo de definiciones erróneas, desestimar los estereotipos que han distorsionado la percepción de la obra, volviendo a sus orígenes. La exposición se desarrolla como un relato del complejo proceso evolutivo del artista, por ello el leitmotiv constitutivo es el viaje como metáfora del viaje creativo.
Es un viaje sin esquema consecuencial, diseñado para simplificar la comprensión de la obra de Roginsky. El artista se presenta en toda su amplitud creativa y la unidad del cuadro de conjunto no se basa en el elemento cronológico sino en el material visual de la exposición.

Del espacio de los bodegones semiabstractos en las estanterías, que van más allá de lo figurativo, el espectador transita hacia un bodegón minimalista representado por simples “retratos” de objetos simples, inquebrantables en su certeza plástica. Desde la sala de las grandes obras de acrílico sobre papel, que simulan la imperturbabilidad de la pintura «alta» e interpretan irónicamente sus principales géneros, el espectador se adentra en el mundo alterado y evocador del expresionista, que intenta dar voz a gritos, a través del arte, al atormentado proceso de pérdida de la armonía. A lo largo de 8 secciones en las que se presentan los 120 trabajos junto a un gran número de imágenes fotográficas y vídeos (muchos inéditos). Documentar un camino que parte desde el momento en que el artista recurre nuevamente al abc de la pintura, buscando los colores puros y mixtos, las correlaciones entre volúmenes, el ritmo compositivo. Para llegar a la etapa final de su investigación y de su misma existencia. Cuando los frecuentes regresos a su tierra natal estimulan un nuevo cambio en su pintura. El Moscú soviético y postsoviético adquiere el mismo valor como hecho artístico que tuvo París para los impresionistas o la América profunda para Edward Hopper. El Moscú de Mikhail Roginsky, un mundo inspirado en su memoria e imaginación, empuja al espectador a la "reconocibilidad" de lugares, situaciones y personajes concretos. Estimular al espectador a percibir los lienzos bidimensionales como una consideración de la realidad.

Proyecto presentado por:
Fundación Mijail Roginsky
Presidente de la Fundación Mikhail Roginsky - Inna Bazhenova
en colaboración con el Centro CSAR de Estudios sobre las Artes de Rusia, Universidad Ca' Foscari, Venecia

Comisionado del proyecto: Ekaterina Kondranina
Directores científicos: Prof. Silvia Burini y Prof. Giuseppe Barbieri
Curadora: Elena Rudenko
Diseño arquitectónico: Eugene Asse / axis architects
Socio de medios general: The Art Newspaper Russia

Para más información: www.unive.it

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