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UN ECONOMISTA / UNA IDEA: Keynes, una agencia para regular las materias primas. Soros o Buffett conduciendo

Keynes era un gran especulador y jugaba al mercado de valores con derivados y materias primas. En 38 esta experiencia le sugirió una idea que vuelve a estar de actualidad en estos días: crear un organismo para estabilizar los precios de las materias primas frente a los excesos de la especulación. Pero haría falta un Soros o un Buffett para dirigirlo.

UN ECONOMISTA / UNA IDEA: Keynes, una agencia para regular las materias primas. Soros o Buffett conduciendo

Keynes era un especulador. Desde la década de XNUMX hasta vísperas de la Segunda Guerra Mundial, jugó en bolsa, sobre todo con derivados (futuros y opciones) sobre materias primas (alimentos, metales y fibras) con éxito desigual. De esta experiencia sacó la convicción de que estos mercados deben ser regulados, ya que -contrariamente a lo que predican los defensores del libre mercado- la especulación amplifica y no reduce las fluctuaciones de precios. En lugar de llevar al mercado información sobre el precio correcto, o asumir el riesgo de incertidumbre sobre el precio futuro, los especuladores contribuyen a arrastrar el precio hacia arriba o hacia abajo, que se determinaría únicamente sobre la base de las leyes de la demanda y de la la oferta y el nivel de las existencias.

De ahí su propuesta, presentada en 1938, de crear una agencia internacional -bautizada como Commod- y financiada por la que iba a ser su proyectada Unión Monetaria (no el actual Banco Mundial ni Fondo Monetario Internacional). Esta institución habría tenido la tarea de estabilizar los precios de las materias primas, conteniéndolas dentro de un corredor preestablecido; en un principio Keynes pensaba en un más o menos un 10% con respecto a los precios promedio observados en un período preseleccionado antes.

A su estudiante y compañero de bolsa, Richard Kahn, esta idea le parecía demasiado mecánica y automática. Lo perfeccionó en la década de XNUMX, en nombre de la FAO, en el de un organismo rector de precios (el Buffer Stock) a través de la compra y venta de "acciones", guiado por la misma lógica que un especulador privado, pero en el interés público. Se trataba de sorprender al mercado con compras y ventas impredecibles y esperadas, explotando la información y el conocimiento adecuado. Sería como pensar en confiar la dirección de estas operaciones por parte de la agencia internacional a un Soros oa un Buffett.

Tanto Keynes como Kahn pertenecían a ese grupo de economistas a quienes la cultura de Cambridge había refinado para convertirse también en funcionarios públicos, si era necesario también para gobernar el Imperio. No sólo competencia, sino vocación de servicio público y repugnancia por la búsqueda del propio beneficio económico.

Las personas a disposición de los aparatos de gobierno (nacional y supranacional) quizás no tengan todos esos requisitos, imbuidos de una buena dosis de idealismo al estilo de Bloomsbury, requeridos para que la propuesta funcione correctamente, pero la idea de Keynes y Kahn sigue siendo buena y hoy quizás más “presentable” que en el pasado. Porque las pruebas de cooperación internacional que la crisis de 2008-2011 impuso en el escenario mundial han demostrado que el juego cooperativo, más que el de suma cero, vale la pena al fin y al cabo.

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