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UN ECONOMISTA/UNA IDEA – De Stiglitz a Krugman: para salir de la crisis, el crecimiento importa más que cualquier otra cosa

UN ECONOMISTA/UNA IDEA – No es la austeridad sino el crecimiento lo que nos puede sacar de la crisis: así lo afirman dos premios Nobel como Joseph Stiglitz y Paul Krugman – Pero todavía es difícil entender que el crecimiento real necesita el apoyo de la demanda agregada – La importancia de las inversiones en investigación, educación, salud

En el vado entre la necesidad de reducir la deuda pública y la de impulsar el crecimiento, el tira y afloja entre economistas de ideología opuesta está arrastrando la política económica de los países europeos y de Estados Unidos un poco en un sentido y otro tanto en el otro. En las filas de los que dan prioridad al apoyo de la demanda agregada, incluso en presencia de una elevada deuda pública y privada, hay dos premios Nobel que aparecen activamente en la prensa internacional, Joseph Stiglitz premiado en 2001 y Paul Krugman en 2008.

¿Qué han estado escribiendo estos economistas durante meses en el New York Times, el Financial Times y decenas de otros periódicos de todo el mundo que traducen sistemáticamente sus artículos? Dicen que el consenso sobre la prioridad de la consolidación fiscal se basa en un sesgo y una ilusión. El prejuicio se revela por la ausencia de confirmación empírica de la tesis de que la contracción fiscal tiene efectos expansivos porque restaura la confianza en los mercados. Ciertamente ha habido casos, escribe Krugman, en los que el crecimiento económico ha seguido recortes de gastos y aumentos de impuestos, pero siempre han sido situaciones en las que los efectos negativos de la contracción fiscal se han visto contrarrestados por otros factores que hoy no están en el campo. . Por ejemplo, un aumento del superávit comercial, que evidentemente no es una estrategia que pueda ser seguida (y sobre todo implementada) por todos los países simultáneamente. Si miramos a Irlanda, Letonia y Estonia, que han tenido que implementar políticas de recorte de gastos a una escala asombrosa, solo tenemos que ver que el resultado es el colapso de la actividad económica y el empleo a los niveles de la Gran Depresión.

La ilusión es que la contracción fiscal es la respuesta a la crisis en la que se encuentra Europa, mientras que la realidad es que la medicina de la austeridad traerá consigo un menor crecimiento y menores ingresos fiscales, repite una y otra vez Stiglitz. Y aconseja a todos aquellos que escuchan que "arreglar las finanzas públicas" es la máxima prioridad (obviamente nadie niega que debe hacerse, en algún momento) que se detengan y piensen. Lo que a primera vista parece sano realismo es en realidad una creencia mágica según la cual unos actores invisibles nos castigan si nos portamos mal, pero si nos portamos bien hay un hada buena que nos recompensa.

Al comienzo de la crisis, parecía que todos estaban convencidos de que habían aprendido las lecciones de la Gran Depresión y el largo estancamiento japonés. Ahora se entiende -el juicio de Stiglitz es despiadado- que uno realmente no ha aprendido nada. Los paquetes de estímulo fueron débiles y mal elaborados, los bancos no se vieron obligados a prestar más y la confianza del mercado siguió siendo negativa. Recientemente se ha empezado a entender por fin que Grecia, Italia y España necesitan crecer para solucionar sus problemas, pero todavía cuesta ver que este impulso sólo puede llegar a través del apoyo de la demanda agregada. Los ejemplos que da Stiglitz son los de inversión en investigación, educación y salud, pero son sólo indicaciones que hay que concretar buscando contenidos concretos para la acción de gobierno. Pero el tira y afloja debe terminar con el paso adelante en esta dirección.

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