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Reino Unido, el desafío de las reglas bancarias

Los principales bancos británicos, ayer en la comisión parlamentaria, están divididos sobre el paquete de reformas nacionales que apuntan a la separación de las actividades comerciales de las de inversión. Un reto, el de las reglas del sector, destinado a tener un peso determinante, no sólo a nivel nacional.

La historia siempre ha sido la misma, desde hace unos meses: separar las actividades comerciales de la parte financiera y de inversión. Fácil de decir, pero muy complicado de poner en práctica. Los distintos institutos, en efecto, a pesar de los latidos de la crisis, parecen bastante reacios a dividir sectores que hasta ayer eran de hecho inextricables desde el punto de vista operativo. Así, el miércoles por la tarde, en una audiencia ante la comisión parlamentaria especial, los responsables de los cuatro bancos más importantes del Reino Unido expresaron todo su desacuerdo.

La protección de las actividades minoristas (depósitos y crédito a pymes) con una hipoteca de muro resistente es objeto de un paquete de reformas por parte de una comisión independiente específica. Pero, ¿qué tipo de separación lograr? El conflicto se escenificó rápidamente: Royal Bank of Scotland y Barklays apuntan a una delimitación estrecha que incluye principalmente depósitos simples, mientras que HSBC y Lloyds Banking Group quisieran incluir una mayor combinación de activos.

El tema se desarrollará en las próximas semanas pero se espera una difícil mediación entre los intereses de los principales bancos, problema que no solo atañe a Gran Bretaña. Por un lado, de hecho, quieren parecer tranquilizadores ante la opinión pública y las autoridades reguladoras; por otro, sin embargo, un nuevo modelo de negocio, centrado en la citada separación de activos, requerirá escisiones y reestructuraciones más traumáticas de lo previsto. Y, sobre todo, debe garantizarse la homogeneidad y el alineamiento de las nuevas estructuras entre todas las instituciones: a nivel nacional y más allá.

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