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Trump y Hillary, el peso de las armas en la carrera por la Casa Blanca

De AFFARINTERNAZIONALI.IT, la revista en línea del IAI - Después de los numerosos episodios de violencia, Obama ha pedido un mayor control sobre la proliferación de armas - Para garantizar el apoyo de la poderosa NRA, Trump ha hecho un llamamiento a los propietarios de armas para que "detengan" Hillary - La candidata demócrata confirmó que en Estados Unidos se producen 30 homicidios al año.

Trump y Hillary, el peso de las armas en la carrera por la Casa Blanca

Riesgo, miedo y seguridad son palabras clave en la campaña electoral para la Casa Blanca. Y la posesión de armas de fuego es un tema que puede influir en las decisiones electorales de muchos estadounidenses.

Tras los enésimos episodios de violencia, el presidente Barack Obama ha pedido públicamente un mayor control sobre la proliferación de armas. Para asegurarse el apoyo de la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), Donald Trump ha hecho un llamado a los dueños de armas -usando una expresión ambigua y desafortunada- para que "detengan" a Hillary Clinton. El candidato confirmó que en Estados Unidos se producen hasta 30 homicidios al año.

Incluso limitándonos a los datos oficiales del gobierno de EE. UU., las estadísticas son asombrosas. En 2014, los delitos cometidos con armas de fuego fueron 11.299: 32 por día o 5,2 por 100.000 habitantes (5 veces el nivel de los países desarrollados). Hay más de 300 millones de armas en circulación en manos de unos 80 millones de ciudadanos. ¿Cómo surgió esta situación? ¿Y por qué es tan difícil revertir la tendencia?

LA SEGUNDA ENMIENDA Y EL DERECHO A LA PROPIEDAD DE ARMAS

La cultura de las armas en los Estados Unidos tiene raíces profundas. Está sobre todo ligado a la historia ya la tradición. En la mítica conquista del Oeste, el vaquero tuvo que defender su vida y sus bienes con las armas.

Hay más. Además de las armas de caza, deportivas y de colección, la licencia para portar armas de fuego se considera una extensión de la libertad individual. Y la tradición liberal estadounidense defiende agresivamente las libertades individuales. Estos aspectos culturales e históricos hacen que cualquier intento de control de armas en los Estados Unidos sea muy difícil.

En Europa es ampliamente aceptado por los individuos confiar su seguridad a una fuerza común constituida por el estado. Generalmente, los ciudadanos particulares no utilizan la violencia para tomarse la justicia por su mano y, cuando lo hacen, asumen los riesgos resultantes.

Incluso los Estados Unidos encomiendan teóricamente la seguridad al Estado, pero la opinión pública tiende a apoyar el derecho del individuo a defenderse. Por tanto, el derecho individual prevalece sobre el colectivo y está protegido por la Constitución.

La segunda enmienda garantiza el derecho de los ciudadanos a poseer y portar armas (“tener y portar armas”). El Tribunal Supremo ha confirmado claramente este derecho, precisando sin embargo que no es ilimitado y no impide que existan normas y limitaciones a la tenencia y uso de armas de fuego.

No obstante, la interpretación literal de la segunda enmienda es un argumento muy sólido para los defensores de las armas. Incluso algunos anarquistas lo interpretan como un derecho de los ciudadanos a defenderse del propio Estado y del riesgo de que éste degenere en dictadura.

ARMANDO LO BUENO PARA DETENER LO MALO

Una sensación de miedo e inseguridad ha estado creciendo en los Estados Unidos durante algún tiempo. Hay varias razones. De hecho, a partir del 11 de septiembre de 2001, el riesgo de terrorismo se ha hecho muy concreto también en suelo estadounidense. Además, continúan tiroteos y masacres en todo el país en centros comerciales, estacionamientos, lugares públicos y escuelas. Paradójicamente, esto favorece al frente de quienes no quieren aumentar el control sobre la circulación de armas.

Un argumento utilizado sostiene que, ante el uso indebido de las armas de fuego por parte de los dementes, es necesario dejar que los ciudadanos honestos se defiendan. En resumen: necesitamos armar a los buenos para detener a los malos. El razonamiento es simplista, pero generalizado.

Algunas estadísticas parecen confirmar su validez, otras no. Es interesante el caso de Chicago, donde se introdujo una ley en 2012 que autoriza a los ciudadanos a portar armas ocultas. Al principio, la tasa de criminalidad había bajado, pero luego volvió a subir. Entre enero y febrero de 2016 hubo 2,902 homicidios.

NRA, UN LOBBY PESADO

Más allá de la historia, la cultura, la legislación y la sensación de miedo, es importante recordar el gran peso económico y político que tienen los fabricantes de armas de fuego en Estados Unidos. La NRA tiene 5 millones de miembros y una próspera capacidad de cabildeo. Más del 40% de los estadounidenses apoyaría su acción y, según algunos analistas, la postura de los candidatos sobre las armas cambiaría el voto entre el 2% y el 5% en las elecciones locales y nacionales. Estos son números decisivos en situaciones de desempate o carrera reñida.

Las impactantes estadísticas sobre el número de homicidios y las noticias de las continuas masacres a menudo llevan a los europeos a la fácil conclusión de que Estados Unidos debería limitar severamente la circulación de armas de fuego y la difusión de licencias de armas de fuego. Sin embargo, la relación de los estadounidenses con las armas es compleja. Ciertamente no hay soluciones fáciles para el problema. A esto se suma la imposibilidad de formular propuestas realistas y efectivas si no se analizan y comprenden las diversas cuestiones -culturales, jurídicas, económicas, sociales y políticas- que han determinado y sustentan la actual difusión de armas de fuego en Estados Unidos.

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