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Tour de Francia: Kittel hace el décimo

Etapa dura por la lluvia: muchas caídas, incluso Froome y Bardet vuelan al suelo pero sin consecuencias - Para el velocista alemán, Lieja es el décimo éxito en el Tour - Clasificación sin cambios: Thomas permanece en amarillo

Tour de Francia: Kittel hace el décimo

En tres semanas de carrera, el Giro no ha visto una gota de agua. En dos días el Tour solo cogió lluvia sin ver nunca un rayo de sol. Y el clima hostil que está viviendo la carrera el sábado en Alemania y ayer en Bélgica, con las carreteras transformadas en resbaladizos chorros de agua, es una espada de Damocles que pende sobre la integridad de todos los corredores expuestos a temibles caídas. Y la mala suerte no le mira a nadie a la cara, de hecho en este comienzo de la Grande Boucle parece ser particularmente feroz contra los grandes nombres.

En la contrarreloj se produjo el nefasto deslizamiento de Valverde que mandó al hospital al intemporal campeón de España, ya operado de la pierna para reducir las fracturas; ayer, en la segunda etapa, cuando faltaban unos veinte kilómetros para la meta en Lieja, bajo la embravecida riada, un desnivel en la cabeza del grupo tiró al suelo a Chris Froome y Romain Bardet, es decir, el maestro de las Vueltas de esta década y la francesa a la que los primos transalpinos confían a Pinot la misión casi imposible de recuperar el maillot amarillo que falta en París desde 1985, el último quinto éxito de Bernard Hinault.

Momentos de pánico en la caravana, recordando la retirada de Froome por una caída maligna en la etapa adoquinada del Tour 2014, la que luego ganó Nibali. El pelotón viajaba fuerte con los equipos de velocistas que estaban a punto de alcanzar a Taylor Phinney y Offredo, los dos supervivientes de una fuga de cuatro hombres. Por suerte para Froome y Bardet, la caída no tuvo las dramáticas consecuencias de la de Valverde. Los dos consiguieron reincorporarse sin mayores problemas pero el miedo dejó secuelas en el ánimo de Froome que en meta se mostró menos atrevido que Düsseldorf manteniendo intacta la ventaja acumulada en la contrarreloj sobre sus rivales directos.

El nerviosismo del capitán no afectó al buen humor de Geraint Thomas que defendió sin problemas el maillot amarillo conquistado en el prólogo. Junto al galés también festejaba sobre el escenario Marcel Kittel, el gran alemán de Quick Step Floors que puso su marca en la primera etapa para velocistas -su décima victoria en el Tour- con una última ráfaga de pura potencia deslizándose entre el denso tráfico de especialistas del sprint. Por detrás Kittel terminó por orden Demare, Greipel, Cavendish, Groenewegen, Colbrelli, Swift, Bouhanni, Matthews y Sagan: cómo decir un auténtico parterre de roi de la velocidad. Taylor Phinney, la estadounidense que se hizo con el primer maillot rosa en el Giro de 2012, también sonreía en la grisura de Lieja, que casi no se lo creía, él que odia las subidas, que había conseguido llevar, una vez en la vida, la maillot de lunares de líder de los escaladores por ser el primero en pasar en los dos primeros Gpm de 4ª categoría del Tour.

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