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Street Art en subasta, ¿una provocación?

El lunes 20 de junio, la joven Casa de Subastas propondrá una subasta nocturna de pinturas y objetos creados por algunos de los artistas callejeros italianos más famosos del momento en la sede del Palazzo Celsi - ¿Una provocación?

Street Art en subasta, ¿una provocación?

Un movimiento audaz, que no teme al feedback de los coleccionistas, a pesar de que las incógnitas son más de una. De hecho, no hay un nombre oficial detrás del origen de las obras, pero se conocen los nombres de los artistas que serán subastados: Alice Pasquini, Mauro Pallotta, Diamond, Solo, Jerico, Mirco Marcacci, Mauro Sgarbi.

La negociación con la que Arcadia quiere convertirse en pionera en el mercado del arte urbano se llevó a cabo con la máxima confidencialidad por elección del propio propietario, que quiere que se sepa muy poco de sí mismo. Una especie de mecenas poco acostumbrado a las luces del mundo curatorial, pero que ha sabido sacar a relucir a algunos de los jóvenes talentos más reconocidos, incluso en el extranjero. Un mecenas mister x que, un poco siguiendo los pasos de Banksy, aún más famoso por ser anónimo, ha cedido a la Casa de Subastas Arcadia parte de su preciada colección, con la intención de proponer todas las facetas de un arte heterogéneo, incluidos miles de códigos.

¿Una provocación? ¿Una operación destinada a desenmascarar la transición gradual del arte urbano de la rebeldía al negocio, de la contracultura al mainstream?

No exactamente. Ciertamente hoy estamos muy lejos de los tiempos de Keith Haring o Jean-Michel Basquiat, una época en la que el graffiti era pura rebeldía y comunicación a contracorriente. Los artistas callejeros en 2016 son contratados por las administraciones municipales para remodelar los suburbios, o incluso para exhibirse en importantes museos, con el debido respeto a su oposición, como la exposición dedicada a Banksy en el Palazzo Cipolla hasta el 4 de septiembre, o la exposición Bolognese que cerrará próximamente y que ha colgado en las paredes del Palazzo Pepoli -después de haberlas retirado de las calles de la ciudad- paredes, persianas, losas, piedras, tablones de madera con pinturas de Blu, Banksy, Ericailcane, Invader, Dran, Os Gemeos sobre ellos, Obey, Ron English.

La intención de la Casa de Subastas de Arcadia, ciertamente aún inmadura pero que precisamente en virtud de esta frescura puede permitirse mayores riesgos, no es tanto la provocación, sino la posibilidad de brindar al coleccionista una clave para interpretar algo tan heterogéneo y tan complejo que a menudo es difícil clasificarlo en parámetros económicos. Existe una controversia frecuente sobre por qué los llamados grafiteros pasan con tanta facilidad de regalar sus obras realizadas en las murallas de la ciudad, a que los galeristas las paguen generosamente cuando se realizan sobre otros soportes.

La idea sobre la que Arcadia quiere centrarse el 20 de junio es la del doble código del arte urbano: un arte nacido en la clandestinidad y por tanto por un lado rápido, atlético, hecho de cuerpo y caduco porque está expuesto a la intemperie; pero también un arte que ha evolucionado en diversas corrientes y estilos, adquiriendo un exoesqueleto cualitativo en el que bien podría valer la pena invertir como se hace con nombres de renombre en el panorama contemporáneo, que están y estarán siempre igualmente presentes en las subastas. El arte urbano, sin duda, permanece en el ojo público, ya sea que se realice en las paredes de la ciudad, en objetos o en lienzos. La sección Street Art de la Subasta n.3 de Arcadia no es, por tanto, una provocación. Se trata más bien de una prueba sobre aquella famosa oreja de Van Gogh, mencionada metafóricamente por el propio Basquiat.

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