Ayer por la mañana el extesorero del Partido Popular de España, Luis Bárcenas, salió de prisión para comparecer ante los jueces que querían conocer su versión sobre la supuesta financiación encubierta recibida de exponentes del partido. En el cuarto interrogatorio, después de cinco horas de preguntas de los magistrados, Luis Bárcenas ha cedido, admitiendo que llevaba veinte años manteniendo cuentas no declaradas y sobre todo que había dado dinero al menos hasta 2010 al actual presidente español Mariano Rajoy y a los líderes del Partido Popular. Por ello, el PSOE ha exigido la dimisión inmediata del presidente del Gobierno y ha cortado toda relación con el Partido Popular.
Sin embargo, el presidente del Gobierno español ha dicho que no tiene intención de marcharse: “Cumpliré el mandato que me han encomendado los españoles. El Estado de derecho no cede al chantaje”, dijo ayer, asegurando que el poder judicial seguirá su trabajo “sin presión alguna. Quien preside un gobierno no puede estar al tanto de las insinuaciones, rumores e informaciones interesadas de todo tipo que se publican todos los días”. Rajoy reiteró entonces a los españoles que el escándalo no les impedirá llevar adelante la agenda de reformas para combatir la recesión y restaurar el presupuesto.
Se ha renovado el pedido de dimisión del Partido Socialista: “El PPE tiene mayoría absoluta pero ha perdido autoridad moral –dice la vicesecretaria Elena Valenciano–. Trabajaremos con todos los demás partidos para que el primer ministro renuncie". Como era de esperar, el partido conservador se reúne en torno a su presidente: "El Partido Popular no tiene nada que temer, nuestros registros están limpios", ha explicado el subjefe nacional de la organización, Carlos Floriano, negando que el PP esté intentando tratar con el extesorero Luis Bárcenas: "El partido no ha aceptado ni aceptará ningún chantaje".
El extesorero del Partido Popular fue detenido en junio después de que la Audiencia Nacional descubriera que había atesorado unos 47 millones de euros en cuentas bancarias secretas en Suiza. Para Floriano, “es Bárcenas el que está preso y le toca a él explicar de dónde sacó ese dinero”. Ante el temor de que el escándalo pueda dañar la imagen económica del país, llegó el consuelo del ministro de Economía, Luis de Guindos, quien fue escueto: "Ninguno de los inversionistas internacionales me preguntó nada al respecto".
