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Sindicato de afiliados o de todos los trabajadores

Las negociaciones con el gobierno son esenciales: ciertamente puede tocar el artículo 18, pero no termina ahí, porque tiene que tratar el tema del trabajo en su conjunto, con referencia sobre todo a las nuevas categorías sociales menos protegidas: aquellas de trabajadores precarios y jóvenes desempleados, no solo ocupados y jubilados (con salario)

Sindicato de afiliados o de todos los trabajadores

Un enfrentamiento entre el Ministro de Bienestar Social y los jefes de CGIL, CISL y UIL por el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores es lo último que necesita el país. Sin embargo, la tensión entre Elsa Fornero y las organizaciones sindicales es palpable y sería un error subestimarla. Así que veamos el tema de la discordia tratando de simplificar lo más posible. La ministra dijo que no podemos prescindir de abordar el problema del mercado laboral, que está la cuestión de los trabajadores precarios y el desempleo juvenil, que podemos y debemos aspirar a un contrato único, que prevea redes de seguridad social y garantías no solo para los ya empleado

Luego evocó el modelo escandinavo de "flexsecurity", agregó que quiere discutir estas cosas con las organizaciones sindicales y que la discusión debe ser transversal, incluyendo, si es necesario, también la materia regulada por el artículo 18, que debe no sea tabú. La reacción de las organizaciones sindicales fue muy dura. El secretario del Cisl, Bonanni, dijo que hasta su tío, que no sabe nada de economía, podría tomar las medidas contenidas en la maniobra. La dirigente de la CGIL, Susanna Camusso, dijo que "el gobierno habla de reforma laboral, pero en realidad anuncia despidos fáciles" y que "el artículo 18 es una regla de civilización que impide la discriminación".

Igual de dura fue la reacción de la ministra que dijo sentirse apenada y preocupada "por una lengua que creía que pertenecía a un pasado del que no podemos estar orgullosos". Tanto Fornero como Camusso, como vemos, no se andan con rodeos. Después de todo, al Ministro de Bienestar le encanta usar (y creo que es un acto de respeto por sus interlocutores) un lenguaje de claridad y verdad. Para decir el artículo 18 no usa perífrasis. Dice 18 y no 17 y medio o 19 menos menos. Camusso, por su parte, desempeña un trabajo difícil, el de secretaria de la CGIL, y sabe que no puede permitirse el lujo de ser superada por la izquierda por otras organizaciones, y que en ciertos asuntos (derechos) no es posible dar un paso atrás.

De ahí la dureza de los lenguajes. Dureza que sin embargo no debe ni puede comprometer una negociación, más que necesaria, indispensable. Una negociación que ciertamente puede tocar el artículo 18, pero que no termina ahí. Porque tiene que abordar la cuestión del trabajo en su conjunto, con especial referencia a las nuevas categorías sociales menos protegidas: las de los precarios y los jóvenes desempleados. Y aquí surge un viejo problema para Bonanni, Camusso y Angeletti: ¿sus organizaciones quieren tener como referencia todo el mundo del trabajo, por lo tanto también los precarios y los desempleados? ¿O quieren ser ante todo el sindicato de sus afiliados, integrado en su mayoría por trabajadores ya ocupados y pensionados (con salario)?

Este es el dilema que plantea Fornero a Camusso, Bonanni y Angeletti. Lo mismo que planteó un gran pensador reformista como Gaetano Salvemini, discutiendo con Filippo Turati, a los sindicatos de su tiempo, acusándolos de servir principalmente a los intereses de los ya empleados del Norte, más que a los desempleados del Sur. Naturalmente no hay duda, y Camusso tiene razón al hacer la pregunta, es claro que los aspectos de civilización (precisamente los de prevenir la discriminación entre los trabajadores, quizás por su afiliación sindical) pueden y deben en todo caso ser protegidos durante la negociación. . Si se toca o no el artículo 18.

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