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Serie A, los magnates americanos conquistan estadios y goles. ¿Pero es realmente un trato?

Antonello (Inter) niega una negociación con los saudíes. Percassi (Atalanta) hizo el negocio del siglo. Pero el interés por el fútbol italiano es fruto de sus retrasos

Serie A, los magnates americanos conquistan estadios y goles. ¿Pero es realmente un trato?

"No no no". Alejandro Antonello, director gerente deInter negó esta mañana al Financial Times la intención de Suning de marcharse del club nerazzurro con un triple no. “El accionista –dice– está centrado en un programa a largo plazo”. Por tanto, no hay confirmación de una negociación con el Pif, el fondo soberano de Arabia Saudí que también parece empeñado en hacer compras en el mundo del fútbol, ​​imitando a sus primos qataríes.

Serie A e Inter siguen siendo chinos

Suning se mantiene en la silla de montar, en definitiva, a pesar de que el grupo chino tiene que hacer frente a vencimientos de obligaciones en casa por 1,2 millones de dólares. Pero por su parte puede presumir del éxito de la emisión de bonos orquestada por Goldman Sachs en enero: 415 millones cobrados en pocos días. Nada mal para una empresa que cerró el 30 de junio con una pérdida de 245 millones de euros. Pero es la confirmación deapelación de fútbol en un momento de grandes turbulencias económicas para todo lo relacionado con el deporte, el tiempo libre y el ocio. Sobre todo para los que, y este es el caso del Inter, pueden contar, junto a los primos rivales del fondo Elliott (dueño del Milan) en perspectiva sobre el negocio del siglo: el nuevo san siro, corazón de lo que podría ser el centro del nuevo Milán. Operación complicada, pero suficiente para justificar los apetitos por la especulación.

Serie A cada vez más estrellas y rayas

Quien sin duda ha hecho el negocio del siglo es Antonio Percasi, patrón deAtalanta. El empresario, como es sabido, se rindió durante la semana 55% de Dea srl, la caja que contiene el 86% del club, anuncio un grupo de inversores estadounidenses liderado por Stephen Pagliuca, presidente de Bain Capital y copropietario de los Boston Celtics, que pagó 275 millones de su propio bolsillo. Percassi, que había comprado el club en condiciones de venta (15 millones de euros) consigue un doble objetivo: mantenerse al frente operativo del club que, entre otras cosas, ha sido la participación más rentable de su grupo durante años; levanta el capital necesario para el relanzamiento de Odissea, el holding que controla las actividades industriales, comerciales y de restauración, severamente probadas por la pandemia.

Pagliuca es, por ahora, el último magnate en busca de un puesto en el fútbol italiano. Además de Milán, absorbida por el fondo Elliott como resultado de un crédito impago del chino Yonghong Li ondean la bandera de los Estados Unidos las propiedades de Bolonia, Fiorentina, Parma, Spezia y Venecia, así como los Giallorossi Roma de Dan Friedkin. Entre las últimas llegadas se encuentra el fondo 777, el nuevo propietario del Génova. Ascoli en manos del fondo North Sixth Group y Spal di Tacopina, ya socio de Roma, también cuentan con socios estadounidenses. Si excluimos el caso de Salernitana, asumido por Iervolino, todos los movimientos propios de los últimos años, marcados por el retroceso de las propiedades locales (Berlusconi, Moratti, Della Valle), corren, tras el paréntesis asiático, por la ruta de las barras y estrellas.  

Serie A, el atractivo está en su atraso  

Pero, ¿por qué un empresario estadounidense elige invertir en uno de los sectores más deficitarios del Made in Italy, además en un completo estado de confusión como lo demuestran los convulsos intentos de nombrar un nuevo presidente de la Liga, tras la dimisión de Paolo Dal Pino, el fracaso de las negociaciones con fondos de capital riesgo como CVC (que entonces se encaminaba a la Liga española ) y Adviento, la falta de salida de la Lega TV así como el clima de separación en la casa entre presidentes que ya casi no se hablan? Quizás la respuesta esté precisamente en el caos del sistema que ha resultado, bajo el cielo de la pandemia, en un derrumbe económico. 

Por supuesto, la crisis afecta a más o menos a todos y exige revisar el equilibrio del sistema, dividido entre las propuestas de la Fifa (un Mundial cada dos años) y las de la UEFA (el presidente Ceferin está a punto de obtener el consentimiento de los clubes con un fuerte aumento de los premios de la Champions League). Pero si en el ejercicio 2020 las principales ligas experimentaron una caída de ingresos en torno al 10%, para la Serie A la sangría fue más del doble. De ahí el diagnóstico adelantado sobre Repubblica por Claudio Sottoriva, profesor de economía empresarial en la Cattolica de Milán especializado en la gestión de clubes de fútbol. “Los inversores estadounidenses – explica – compran clubes italianos por dos razones: construir sus propios estadios y sacar provecho de un negocio aún subexplotado, especialmente desde el punto de vista de los derechos televisivos”.

En otras palabras, el atractivo del fútbol consiste en el atraso del sistema incapaz de valorizar un producto que también podría disfrutar de un rendimiento económico mucho mayor en los mercados internacionales. Por límites de gobernabilidad, quizás más que de capital. El propio Antonello dice: “La llegada de una inyección de capital del exterior es una posible solución a los problemas de la Liga. Pero ella no está sola. Lo más importante es encontrar a alguien que nos ayude en el proceso de conseguir una nueva gobernanza capaz de crear más valor añadido en el futuro”. 

Y la Premier League cumple 30 años, un modelo a seguir

Una receta que recuerda a la de Premier League, que justo el domingo celebró sus treinta años de vida. Corría 1992 cuando los seis clubes más poderosos decidieron romper la unidad de la Football League para tratar directamente los derechos televisivos sin pasar por un acuerdo con los otros 87 clubes del fútbol "viejo". Fue el comienzo de una revolución posibilitada por la alianza con Rupert Murdoch por los derechos televisivos, la verdadera cornucopia que aún hoy, con nuevos protagonistas, garantiza la superioridad del que se ha convertido en el producto deportivo más exitoso del mundo. Pero otro ingrediente fue decisivo:  la obligación impuesta por la señora Thatcher de renovar los estadios después de las tragedias de Heysel y Hillsborough. "Los clubes resistieron - escribe Simon Kuper, fichaje histórico del fútbol - Pero finalmente, con baños limpios, el fútbol amplió su audiencia". 

Sistemas adecuados y seguros así como cobertura mediática internacional (no solo televisiva), que es lo que todavía le falta a la Serie A 30 años después.

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