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Escuelas ocupadas, reformas fallidas y conformismo en abundancia

La protesta, si democrática y pacífica, es siempre legítima, pero la que se desarrolla en las escuelas contra el llamado proyecto de ley Aprea y el autogobierno mistifica la realidad y, a diferencia del pasado, no lucha por reformas sino que se opone a ellas -pero de conformismo y del conservadurismo muere la escuela

Escuelas ocupadas, reformas fallidas y conformismo en abundancia

Una disposición -la de la ampliación de la jornada laboral de 24 horas- retirada por el Gobierno, un proyecto de ley -el tardío sobre la reforma de los órganos colegiados y sobre el autogobierno de las escuelas- que difícilmente será aprobado por un Parlamento ya al borde de la disolución, un conjunto de recortes del gasto público que afectan no solo a las escuelas sino a todo el país, con la deuda pública alcanzó el 126% del PIB: he aquí los reclamos que estos días sacuden las escuelas italianas con protestas y, sobre todo, ocupaciones a veces fomentadas por algunos padres nostálgicos o algún profesor que espera amplificar la voz de su propio malestar y encontrar apoyo en la participación de los alumnos..

Eso sí, la protesta, si es democrática y pacífica, siempre es legítima, pero nunca hemos visto una protesta tan acalorada montarse sobre cimientos tan endebles. Una vez protestamos para pedir reformas, hoy no para hacerlas. Pero la escuela puede morir de conservadurismo. Mirando las escuelas ocupadas y los reclamos en las pancartas que cuelgan de las ventanas, parece estar al comienzo de un nuevo '68. Pero también se entiende que, como en los últimos años, la celebración de lo que con razón se ha definido como un rito conformista, el empleo escolar se desinflará.

Lo más sorprendente, en todo este alboroto, es la furia contra el proyecto de ley de autogobierno de las escuelas, contra la que nos empeñamos en despotricar, calificándola además de "ddl aprea", aunque el primer firmante de uno de los numerosos proyectos de ley que luego se fusionaron en un texto unificado, hace tiempo que no es parlamentario. Además, aspecto no irrelevante, el actual proyecto de ley fue desestimado por la Comisión de la Cámara VII el 7 de octubre con la aprobación de todas las fuerzas políticas.

Es comprensible que los estudiantes desconozcan el contenido y la génesis de un texto legislativo, pero que sus docentes, exponentes de Cobas y los que se dejan seducir por la sirena de protesta contra todo y contra todos, la agiten como un coco y artificiosamente deformado, aparece sólo como un intento culpable y torpe de desatar el desorden y el conflicto añadiendo confusión al malestar real que vive el país -y por ende también la escuela-.

Estas tribunas improvisadas atronan principalmente contra tres puntos del llamado proyecto de ley Aprea: el reconocimiento de la autonomía estatutaria de las escuelas, la supuesta eliminación de la participación estudiantil y la introducción de sujetos externos en el órgano de gobierno que, según ellos, pulverizarían la escuelas en un mosaico abigarrado y favorecería su privatización.

Quizás haya margen de mejora en el tema contenido en el proyecto de ley, pero estas acusaciones son falsas e infundadas. El estatuto es inherente a la autonomía de que están dotadas las escuelas desde 1997. El componente estudiantil, al igual que el de los padres, permanece en el órgano de gobierno en las mismas proporciones que el actual. La participación de los representantes del territorio, en un número máximo de dos, tiene carácter puramente consultivo y se decide con base en el estatuto. ¿Cuál es entonces la necesidad de estas reglas? La modernización y agilización del funcionamiento de la escuela, su aligeramiento de las cargas burocráticas que tanto dificultan su marcha.

En realidad, este proyecto de ley tiene un defecto y es que es tan tardío que casi seguro no podrá ver la luz, sobre todo si se adelanta la disolución de las Cámaras.. Los órganos de gobierno de las escuelas aún podrían permanecer apegados a los decretos delegados de 1974, mientras que las escuelas se han convertido en instituciones autónomas desde 1997. La autonomía escolar ha encontrado hasta ahora mil obstáculos y aún está pendiente su plena implementación. En 2012 celebramos quince años de retraso. Pero no será el conformismo de las ocupaciones lo que la llenará. Los retrasos también son otros. El mérito, la evaluación y la consiguiente mejora de la profesión docente aún esperan encontrar un espacio en la escuela.

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