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Ruptura entre Grecia y Europa. Incumplimiento más cercano, el BCE toma el campo

El Eurogrupo ha rechazado la solicitud de prórroga de las ayudas realizada por Grecia que, al rechazar las propuestas de los acreedores y convocar sorprendentemente el referéndum para el 5 de julio, hizo saltar por los aires las negociaciones y se colocó en la tesitura de no poder pagar la cuota de el FMI que vence el martes – Se acerca el default que el BCE intenta circunscribir.

Ruptura entre Grecia y Europa. Incumplimiento más cercano, el BCE toma el campo

Tronó tanto que llovió para Grecia. Al negarse a suscribir las propuestas de los acreedores (UE, BCE y FMI), que ayer habían ofrecido una prórroga de la ayuda de 15 millones de euros hasta noviembre, y al convocar sorpresivamente un referéndum popular el 5 de julio, Grecia hizo estallar la mesa de la negociaciones y se embarcó peligrosamente en el camino que lleva casi inexorablemente al default.

Ante el giro en Atenas del viernes por la noche, que sonaba y suena a una clara declaración de desconfianza en los acreedores, el Eurogrupo se negó a extender más ayudas sin garantías sobre reformas (principalmente pensiones e IVA) como había pedido al ministro de Hacienda griego Varoufakis y responsabilizó a Grecia. "El pueblo griego sobrevivirá", comentó el primer ministro griego Tsipras, pero no tanto y ciertamente no mejor que lo que hubiera sucedido con un acuerdo con Europa.

A estas alturas no será fácil para Atenas encontrar el dinero necesario para pagar la cuota adeudada al Fondo Monetario de 1,5 millones de euros antes del martes y, si Atenas no paga, entrará automáticamente en default, aunque aún tardará veinte días antes de que los procedimientos técnicos lleguen a la meta.

El problema más inmediato es el del lunes cuando los mercados que contaban con un acuerdo entre Grecia y sus acreedores y que no esperaban el colapso de las negociaciones reabrirán el lunes. Por ello, el BCE de Mario Draghi salió inmediatamente al campo para contener el fuego y gestionar el default, tratando de evitar que Atenas acabara saliendo del euro y quizás también de Europa.

Más allá del intercambio de acusaciones, el asalto a cajeros automáticos y supermercados, las largas colas frente a las sucursales de los bancos griegos son una instantánea del drama que vive Grecia, que no puede, sin embargo, echar toda la culpa a Europa. Lo cierto es que estamos en la emergencia más grave y que para Atenas pero también para el euro es una alerta roja. Solo un nuevo milagro de SuperMario Draghi puede evitar lo peor.  

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