comparte

Reforma constitucional, De Bortoli se equivoca con su NO

El exdirector de Corsera admite que la reforma traerá ventajas en términos de simplificación, menos conflicto entre el estado y las regiones y una vía rápida para las leyes de gobierno pero ataca la escasa representación del Senado. Argumento débil y todo por comprobar. Tampoco es suficiente combinarlo con el Italicum que está fuera del referéndum. Por el contrario, una democracia no gubernamental enferma de partidos políticos o dominada por caciques locales ha provocado populismo y desafección entre los ciudadanos.

Reforma constitucional, De Bortoli se equivoca con su NO

Siempre he sentido Ferruccio de Bortoli, a quien conozco desde hace años, un tipo tranquilo y reflexivo, no partidista y malhumorado. Por eso me sorprende su declaración de voto NO en el referéndum sobre la reforma de la Constitución que tendrá lugar en otoño. Y esto no es tanto por la posición en sí, sino por las razones que da para justificar su elección, que me parecen muy débiles y contradictorias.

De hecho, De Bortoli dice en una breve nota en su página de Facebook, que la reforma contiene algunas novedades importantes y apropiados como la simplificación institucional, es decir, el fin del bicameralismo perfecto; el paso de algunas competencias de las Regiones al Estado dado que en muchas materias (energía, transportes, etc.) la fragmentación regional sólo ha desembocado en conflictos y parálisis; el carril preferencial en el Parlamento para las leyes del Gobierno como ocurre en casi todos los países democráticos. Son sólo tres aspectos pero muy pesados ​​y que caracterizan toda la reforma. Por otro lado hay, a juicio de De Bortoli, una falla grave y es que la composición y quizás las competencias del nuevo Senado no están bien definidas y por tanto la cámara alta corre el riesgo de no ser una verdadera representación de las autonomías pero una especie de casa de descanso para concejales regionales y alcaldes ociosos.

este ciertamente es un riesgo, pero no es seguro que finalmente se materialice. Al fin y al cabo, ya hoy existe la necesidad de aprobar muchas leyes a través de la consulta de las Regiones y esto crea numerosos conflictos de competencia que obstruyen los tribunales y el propio Tribunal Constitucional. Ahora se intenta racionalizar las atribuciones de los distintos poderes, evitando superposiciones y conflictos. Habrá dificultades, y además muchas Regiones ya están tratando de resistir la pérdida de parte de sus competencias exclusivas o concurrentes. Después de todo, ¿qué fue el reciente referéndum sobre perforaciones sino un intento de las autoridades locales de mantener el poder de veto en temas energéticos?

Desde el punto de vista del mérito técnico, no se puede decir realmente que el peso de los argumentos de De Bortoli esté del lado del NO. Por el contrario, hay tres certezas pesadas para el SÍ frente a un único aspecto crítico, además basado en un miedo hipotético, que empuja hacia el NO.

Pero lo que es aún más erróneo es la crítica al sentido político general de esta reforma de la Constitución entrelazada con la nueva ley electoral, el llamado itálico. De Bortoli dice que la ley electoral al no dejar la libertad de elección de sus representantes a los electores, y probablemente, agregaría, por la robusta prima de la mayoría, correría el riesgo de contribuir a acentuar el desapego de los ciudadanos de las instituciones, creando fértiles terreno de populismos y nacionalismos.

Este es un argumento de mucho peso, pero una vez más no parece fundamentado en el funcionamiento real de las reformas de las que estamos hablando. El Italicum (que en todo caso no está directamente afectado por el referéndum) no mata en absoluto la representación dado que sólo los 100 líderes de lista serán indicados por los partidos, mientras que se prevé preferencia por los demás. El premio mayoritario es normal en todas las democracias (ver USA y Gran Bretaña) y en cualquier caso en este caso hay una segunda vuelta en la que gana quien obtiene más del 50% de los votos.

En general, querido Ferruccio, lo que ha llevado al desapego de los ciudadanos de las instituciones no es la falta de representación, sino por el contrario es la impotencia de las instituciones para actuar en el interés general, para tomar decisiones en el momento oportuno y de manera transparente. Hasta hace unos años, la fragmentación política favorecía la gestión clientelar y la distribución del dinero. Ahora la crisis ha secado esta fuente y por tanto a los ciudadanos ya no les interesa esta forma de hacer política. Y en aras de la brevedad, dejo fuera la cuestión de la corrupción y la ilegalidad generalizada.

Entonces es solo uno Democracia no gubernamental y enferma de partidos políticos o dominados por caciques locales, lo que ha provocado la desafección de la ciudadanía y la aparición de populismos. Las reformas de la Constitución y de la Italicum son precisamente una respuesta a esta falta de verdadera y alta política. ¿Tendrá éxito? No sé. Pero lo cierto es que votando NO se tiene la certeza de frustrar toda esperanza de cambio y de caer justo en los brazos de esos populismos (vinculados a una justicia de horca) a los que con razón se querría oponer.

PD: El nacionalismo es un fenómeno diferente y más complejo que está afectando a todas las democracias, incluso las funcionales, en Europa y Estados Unidos. Nuestras reformas por sí solas no serán suficientes para derrotarlo, pero pueden hacer una pequeña contribución para evitar lo peor.

Revisión