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Renzi, la austeridad y el superministro europeo

Necesitamos hacer entender a nuestros amigos alemanes que Italia no piensa en resolver sus problemas volviendo a las finanzas felices, sino que las reformas estructurales deben tener tiempo para tener efectos positivos - Antes de decidir si crear o no un superministro de Hacienda europeo, necesitamos para aclarar qué política económica adoptar – el increíble vals del Senador Gotor.

Renzi, la austeridad y el superministro europeo

Esta controversia sobre la austeridad ahora es aburrida y nos impide entender más profundamente los problemas económicos y también las diferentes políticas que existen entre los distintos países, como entre Italia y Alemania, por ejemplo. Incluso Matteo Renzi en su carta de respuesta a Eugenio Scalfari sobre la propuesta de los gobernadores de Francia y Alemania de crear un nuevo ministro de Economía europeo, se queda más con las consignas que con el fondo de los problemas. Así todo se convierte en política del patio italiano y vemos a exponentes de la izquierda demócrata como Gotor, poniéndose decididamente del lado de las propuestas de los países fuertes del norte de Europa después de que estos hayan tronado durante años contra la austeridad alemana, con el único objetivo de avergonzar cada vez más al Gobierno. apretado entre los dictados europeos y la necesidad de reiniciar la anémica economía italiana.

Es cierto que para proceder a la construcción de Europa será necesario conjugar la moneda única con un gobierno unitario de las finanzas públicas y por tanto de las economías. Pero la pregunta es: ¿qué va a hacer este superministro europeo? Tendrá que limitarse a controlar las finanzas públicas de los distintos estados con competencias reforzadas respecto a los actuales comisarios o dispondrá de recursos para llevar a cabo una verdadera política económica común mediante la estabilización del ciclo económico, favoreciendo el reequilibrio entre los distintos zonas del país (un poco como lanzarse en Italia con el Sur o en Alemania con los Länder del Este), y también desarrollando una política social homogénea. Hasta que se aclaren estos problemas, es inútil (o tal vez un poco chantaje) hablar de reforzar los poderes de Bruselas sobre los presupuestos nacionales.

El discurso ya no debe estar a favor o en contra de la austeridad. Hay que admitir que aquellos que han gastado demasiado en el pasado acumulando una gran deuda necesariamente deben apretarse el cinturón. El verdadero problema, sin embargo, es hacer entender a nuestros amigos alemanes que la compresión del presupuesto estatal por sí sola no logra el objetivo de reducir la deuda, dado que la caída del PIB hace que la tasa de deuda crezca aunque permanezca estacionaria. Debe aclararse que Italia ciertamente no cree que el aumento del gasto público pueda conducir a un crecimiento estable de la economía, pero que todavía es necesario afrontar el tiempo necesario para que las reformas produzcan los efectos deseados. Es precisamente Europa la que tiene que poner de su parte que, con o sin nuevo ministro, debe acelerar las inversiones y financiarlas con bonos europeos. También es urgente abordar las catástrofes que el exceso de regulación está provocando en el mercado financiero con el riesgo de hundir a toda Europa en una nueva recesión. Para superar la crisis actual no se necesita ni retórica ni cerrazón burocrática. Necesitamos verdaderos estadistas capaces de mirar más allá del día a día.

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