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A Renzi y Letta les gustan los capones de Renzo

La guerra fría entre la Premier y el alcalde corre el riesgo de comprometer tanto al Gobierno como a la implementación de la reforma electoral, y mientras tanto Berlusconi podría intentar salir de la esquina, quizás recuperando a los alfanienses -En ese punto perdería toda la Democracia Partido, el país sería ingobernable y podrías ir a votar con el sistema proporcional.

A Renzi y Letta les gustan los capones de Renzo

Para Matteo Renzi, secretario del Partido Demócrata, los 10 meses del gobierno de Letta (también del Partido Demócrata) fueron de "bancarrota". Para el primer ministro, el juicio del secretario es "erróneo" y "sería una obra maestra devolver Alfano a Berlusconi". Este es el estado del arte, inmediatamente después de la conclusión del esperado liderazgo del Partido Demócrata. ¿Cuál de los dos tiene razón? Probablemente ambos. Pero solo parcialmente.

Más allá de las expresiones burlonas queridas por el alcalde de Florencia, no hay duda de que el balance de los primeros 10 meses del gobierno de Letta tiende decididamente a lo negativo: desde los problemas de Imu a los casos de Cancellieri y De Girolamo, a la incertidumbres del ministro de Economía, y sobre todo a un proceso de reformas siempre evocado, pero aún no iniciado. Por lo tanto, la consideración de Renzi está lejos de ser infundada. Sin embargo, cabe preguntarse hasta qué punto las incertidumbres y el desgaste del Ejecutivo no se deben en gran parte al fuego amigo alimentado por Renzi dentro del Partido Demócrata, no sólo contra el principal aliado del Gobierno (el Nuevo centroderecha de Alfano), sino contra toda la estructura de gobierno.

Incluso la afirmación de Letta según la cual sería una obra maestra traer de vuelta a Berlusconi al campo está lejos de ser infundada. De hecho, da la impresión de que los continuos ataques de Renzi a Alfano y sobre todo la insistencia y el énfasis en la necesaria e imprescindible reunión con Berlusconi sobre la reforma electoral (prevista para este fin de semana) apuntan a un mayor desgaste del actual Ejecutivo y la atribución al líder de Forza Italia del papel de interlocutor privilegiado para cerrar un acuerdo que, con razón, debería implicar a todas las fuerzas políticas independientemente de su posición frente al Gobierno. 

En resumen, la impresión es que Renzi y Letta están haciendo todo lo posible para desgastarse mutuamente. De ser así, el alcalde de Florencia tendrá dificultades para lograr el acuerdo necesario para conseguir el que debería ser su primer objetivo: la aprobación de una ley electoral mayoritaria que sustituya a la ya caducada Porcellum. Una operación ciertamente nada fácil, dado que el secretario demócrata quiere compaginar el acuerdo sobre la reforma electoral (basta con una ley ordinaria) con el de la abolición del Senado, que ya no tendrá que ser una cámara electiva (una ley constitucional con cuatro lecturas parlamentarias y probable referéndum confirmatorio). Y deben ser precisamente los actuales senadores quienes se pronuncien con una mayoría de dos tercios. Meta difícil de lograr incluso para un político decidido como Renzi. Por no hablar de que para obtenerlo se necesita que la legislatura dure y por lo tanto que exista un gobierno (posiblemente no desgastado).

Lo cierto es que la continuación de la legislatura será cada vez más difícil si, como viene ocurriendo desde hace tiempo, los dos principales líderes del mayor partido italiano siguen dándose picotazos. Como los capones de Renzo de la memoria de Manzoni. Quienes, ambos destinados a ser masacrados en la cocina del Doctor Azzeccagarbugli, continuaban mirándose de soslayo y discutiendo entre ellos. Pero esta vez podría terminar mal en la cocina del Grillo de turno no solo Letta y Renzi, sino todo el Partido Demócrata, lejos de felices consecuencias para el gobierno del país.

Si este es el marco político, podría ser el propio Letta quien acorte los tiempos, intentando jugar la carta de una Letta bis, que podría pasar bien por una reorganización amplia, pero más probablemente por una crisis formal cuyo objetivo debería ser implicar a más adecuadamente el Partido Demócrata, su mayoría y su secretario en apoyo al Ejecutivo. Si la operación fracasara, todo lo que quedaría serían elecciones anticipadas. Con la ley electoral diseñada por las motivaciones de la Consulta en la sentencia que dejó sin efecto el Porcellum. Por supuesto que es una ley proporcional. Pero en estos veinte años los partidarios de la mayoría han hecho todo lo posible por no implementarlo o hacerlo muy mal.

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