Los más rápidos en subirse al carro de Donald Trump fueron Beppe Grillo y Matteo Salvini, los líderes indiscutibles del populismo italiano. Vulgar como casi siempre, el líder del Movimiento 5 Estrellas no desaprovechó la oportunidad de salir a la cancha inmediatamente después de la victoria de Trump: “Loco. Esta es la explosión de una era. Este es un Vaffa general”. ¿Por qué sorprenderse? El “progresismo” del ex comediante es tan evanescente y excéntrico que hace mucho que lo llevó a los brazos del ex líder nacionalista británico Nigel Farage.
El líder de la Liga también es menos efectivo que Grillo pero perfectamente en la línea de los comentarios entusiastas de Le Pen: "La victoria de Trump es un golpe a la globalización y es la venganza de la gente y es también el fin de Renzi y su reforma".
Luego llegaron Silvio Berlusconi y Giorgia Meloni para animar al nuevo presidente de los Estados Unidos. El líder de Forza Italia, en una larga entrevista con el "Corriere della Sera", no desvela a quién habría votado en las elecciones presidenciales estadounidenses y evita los tonos pasdaran para no tachar de Salvini, pero no oculta las "similitudes entre él y Trump y dice estar seguro de que "el mismo rechazo a la política cerrada inducirá a los italianos a votar NO" a esa reforma constitucional que Berlusconi pretende olvidar que aprobó abiertamente al principio. Meloni es más explícito, en la misma onda que Le Pen: “Trump es música para nosotros”, dice el líder de los Hermanos de Italia.
¿Será una coincidencia que todos los partidarios italianos de Trump estén alineados en el frente del NO en el referéndum? Vamos, no estamos bromeando. Es el llamado de lo salvaje que los une bajo el signo del populismo, la demagogia antiglobalización a precio de saldo y la nunca negada aversión al reformismo liberal y democrático. Y el éxito de Trump es una ocasión demasiado tentadora.
Por otro lado, es triste que personajes de una cultura política muy diferente como los D'Alema y los Bersani no se pregunten avergonzados por qué los compañeros del ejército de Brancaleone, con los que se unieron para apoyar su rencoroso NO a la referéndum, están animando a Trump. El resentimiento personal puede jugar malas pasadas en la política, pero cerrar los ojos hasta ese punto no le da crédito a los líderes que alguna vez fueron previsores y ahora están dominados únicamente por el resentimiento hacia Matteo Renzi.
