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Referéndum constitucional: el extraño NO del Prof. Monti

El ex primer ministro votará NO para protestar contra esta maniobra que, con sus múltiples bonificaciones, apuntaría a comprar el voto de los electores: sin embargo, las nuevas reglas constitucionales son la premisa para cambiar la propensión de la política a comprar el consenso con gasto público.

Referéndum constitucional: el extraño NO del Prof. Monti

Estimado profesor Monti, Nos conocemos desde la década de 70 y siempre he apreciado el rigor de sus análisis económicos y la innovación contenida en sus propuestas destinadas a modernizar los mercados financieros y, en general, a redefinir el papel del sector público en las economías liberales modernas. . Pero encuentro una profunda contradicción en su razonamiento, según relata en la entrevista de hoy con el Corriere della Sera, según el cual se vería inducido a votar NO en el referéndum para la modificación de nuestra Constitución.

Su voto en contra no es tanto por los cambios constitucionales, muchos de los cuales se juzgan positivos, y otros, como el del Senado, dudosos, sino por el método adoptado por el actual gobierno para "comprar" los consensos necesarios para aprobar a ellos. Se trata de la elección de Renzi de distribuir bonos, o propinas, a varias categorías de ciudadanos-votantes con poco efecto sobre el desarrollo general de nuestra economía, pero con consecuencias muy negativas sobre los métodos de gestión política y sobre la cultura misma de los ciudadanos, empujados a permanecer apegados a los senos de las finanzas públicas en lugar de avanzar hacia formas más adultas y maduras de concebir la ciudadanía.

Pero aquí radica la contradicción de su razonamiento. Son las nuevas normas constitucionales las que constituyen la premisa (necesaria, aunque no suficiente) para cambiar la propensión de la política a "comprar" el consentimiento, iniciando a los ciudadanos hacia una conciencia más madura de sus deberes, así como de sus derechos. Como usted mismo ha podido comprobar durante su breve experiencia de gobierno, con las normas actuales no es posible romper la espiral perversa entre el consenso y el mayor gasto público y no es posible llevar a cabo esas reformas incisivas que van desde reducir el perímetro del sector público a las liberalizaciones, imprescindibles para recuperar la competitividad.

Ahora Renzi se ha visto en la necesidad de hacer una sopa con los ingredientes disponibles y por eso se ha llevado a casa algunas reformas importantes (sobre la reforma laboral, su gobierno tropezó, ¿recuerdan?), gestionando las finanzas públicas con un slalom entre medidas a favor de las empresas y la competitividad, y bonos a varias categorías de ciudadanos para demostrar que el dividendo de las reformas vendría y que algo se podía anticipar. No tengo dificultad en admitir que algunas medidas han sido de dudosa utilidad (incluso política) como la supresión del Imu y ahora la reforma de las pensiones. Pero ella, que también está en el Parlamento, no ve la presión que viene de todos los partidos de oposición y del propio partido de gobierno para gastar más, mientras nadie se queja, si no algunos profesores aislados, de los peligros de seguir haciendo más deudas.

Desde este punto de vista, me parece que el Gobierno ha hecho un esfuerzo heroico para conceder algo al "partido gasto unido", inventando mecanismos complejísimos, como el Ape, que puede que no funcione como se espera, y por tanto costará menos , pero manteniendo incentivos para la industria y cierto apoyo al sistema bancario sin el cual Italia no podrá recuperarse en absoluto.

Ciertamente es un difícil equilibrio entre la necesidad de mantener a raya a las mil corporaciones que sólo expresan vetos y la necesidad de traer las indispensables innovaciones a nuestro sistema institucional ya nuestra práctica política. Pero en el momento del choque, la voz de las fuerzas vivas del país, de los intelectuales y de las grandes organizaciones sociales, se mostró en el mejor de los casos muy tímida, y en general duramente crítica.

Finalmente, encuentro su afirmación de que si NO ganara, nada catastrófico sucedería. Pero si estamos reducidos como estamos, es decir, si no hemos crecido durante más de veinte años, ¿no es culpa precisamente del mal funcionamiento del sistema institucional y de los malos hábitos que induce en el comportamiento político? ¿Cómo cree que después de Renzi continuaría el proceso de recuperación con un gobierno diferente? En cuanto a la ley electoral, entonces, la comparación con Alemania simplemente no se sostiene. Allí se forman grandes coaliciones, que ahora están sometidas a fuertes tensiones por parte de fuerzas extremistas, pero nuestra fragmentación política nunca ha permitido coaliciones estables, y por tanto capaces de hacer políticas incisivas de recuperación y recuperación.

La política es un arte difícil. Usted mismo puede afirmar con orgullo que obtuvo más de 2013 millones de votos en las elecciones de 3. Pero, ¿qué clase política ha conseguido armar entre Riccardi, Dellai, Fini y Casini? No es casualidad que justo después de las elecciones abandonara a su suerte la Elección Cívica, renunciando a jugar papel alguno en la difícil correlación de fuerzas resultante de las elecciones.

Estimado profesor, esta oportunidad de reformar algunos pilares fundamentales de nuestro sistema constitucional no se puede desaprovechar. Es probable que esto pueda conducir entonces a un cambio en la lógica completamente clientelar de la política y así iniciar una fase de renovación de nuestro sistema. Lo cierto es que si ganara el NO seguiríamos con un Parlamento cada vez más fragmentado con partidos débiles, presa fácil de los distintos lobbies y corporaciones. En definitiva, los gobiernos deberían inspirarse en la política del solo salir adelante que, sin embargo, contrariamente a lo que pensaba Andreotti, sería la antesala de patear el balde.

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