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Renta de ciudadanía: el camino podría ser el del proyecto Sia

Se habla mucho de renta básica o renta mínima garantizada: de eso se trata - El apoyo a los menos favorecidos debe tener en cuenta los recursos disponibles: hay un proyecto experimental de Boeri-Guerra que se llama Sia (apoyo a los 'activos inclusión) que puede alcanzar hasta 400 euros para un cabeza de familia con 5 hijos a un costo de 7-8 mil millones.

Renta de ciudadanía: el camino podría ser el del proyecto Sia

Una crisis económica devastadora y el desempleo general y juvenil, inimaginable hasta hace unos años, con millones de italianos que, según datos del ISTAT, ahora viven por debajo del umbral de la pobreza, ahora hacen pensar en la necesidad de que el Estado identifique soluciones para la protección de los sujetos más débiles como para garantizar esa liberación de la necesidad y la pobreza, que es la base de los principios de solidaridad de las sociedades occidentales al menos desde la Ilustración y la Revolución Francesa en adelante, y son el fundamento del Estado de Bienestar.

Durante décadas, gracias a la expansión del gasto público y la deuda, se han enfrentado situaciones críticas recurriendo a redes de seguridad social casi completamente desconocidas en otros países europeos: mientras estos últimos introdujeron ingresos y salarios mínimos garantizados, nosotros recurrimos a baby pension, invalidez fácil pensiones, jubilaciones anticipadas a los 45/50 años, aportes previsionales imputados y agrarios, pensiones sociales, cesantías permanentes, puestos de trabajo socialmente útiles para desempleados organizados, etc.

Hoy, con los bueyes ya escapados del establo (dado el nivel de deuda pública y de gasto corriente), se ha iniciado el debate, con gran atención mediática y de la opinión pública, sobre cómo luchar contra la pobreza recurriendo al modelo social de CBI o el renta mínima garantizada.

Es claro que cualquier medida identificada y adoptada sólo puede ser soportada por la tributación general (¿o por la revisión del gasto?), en una situación de tributación ya fuerte para los productores de renta del trabajo (pequeños empresarios, trabajadores subordinados y parasubordinados, autónomos). -empleados, artesanos).

Uno de los principales aspectos que debe evaluarse es cómo brindar mecanismos de acceso a la contribución económica, para evitar que una renta mínima garantizada por el Estado desincentive la permanencia en el trabajo de los productores de rentas laborales (y por tanto de rentas a redistribuir con la tributación). general): si viajas por un salario inferior a mil euros al mes (condición salarial que ahora está muy extendida entre los jóvenes precarios y a tiempo parcial) la elección entre un ingreso laboral y una ingreso garantizado puede dejar de ser interesante.

En primer lugar, es necesario aclarar qué se entiende por "renta de ciudadanía" y para "rrenta mínima garantizada" :

- El CBI es una contribución financiera del estado libre de impuestos que, en ciertos plazos, se paga, a nivel individual, a todos los ciudadanos, a veces desde el nacimiento, y posiblemente también a los residentes en el país durante un cierto número de años, independientemente de la estado de necesidad y empleo, la composición del hogar y otros ingresos patrimoniales. La renta básica tendría por tanto la ventaja, precisamente por estar a disposición de todos, de no incidir en la decisión de trabajar o no, pero la evidente desventaja de ser extremadamente onerosa para las arcas del Estado.

- El renta mínima garantizada, se trata de un apoyo económico, que varía según la composición familiar, que se paga a quienes no tienen rentas del trabajo, a condición de que la renta familiar total sea inferior a determinados umbrales (pobreza o estado de necesidad). Generalmente, la cuantía económica pagada va acompañada de cotizaciones sociales de alquiler, calefacción, colegio, etc. Este tipo de intervención tiene una desventaja obvia en relación con el monto de la cantidad: cuanto más se acerca a un ingreso del trabajo, más personas pueden optar por no trabajar y gastar los subsidios estatales no en educación o productos esenciales sino en lujos., un fenómeno al que algunos países del norte de Europa no están exentos.    

A diferencia de la renta básica básica, que se entiende universal e ilimitada en el tiempo, la renta mínima garantizada concierne, por tanto, a un número limitado de beneficiarios y no está necesariamente vinculada únicamente al individuo sino a la situación económica global de la unidad familiar.

Dado que estos dos tipos de contribución estatal se otorgan a todos aquellos que están en posesión de la ciudadanía o la residencia, incluso el ingreso mínimo garantizado sigue siendo un ingreso de ciudadano: de ahí el uso indiferenciado de los dos términos en el debate político actual.

Además, en los proyectos de ley que actualmente se encuentran en trámite ante la Comisión del Trabajo del Senado, el pago del apoyo económico estaría subordinado no solo a la situación general de los ingresos familiares, sino también a la búsqueda activa de trabajo por parte del interesado y prescribiría después de un cierto número de rechazos a ofertas de trabajo adecuadas presentadas por las agencias de empleo correspondientes: por lo tanto, se podría hablar más propiamente de ingresos por desempleo a pagar a los que han perdido su trabajo, y cuyo NASPI (el nuevo beneficio de desempleo) ha expirado, y a los que han estado desempleados o inactivos durante mucho tiempo.

En los países europeos, a excepción de Grecia, Hungría y el nuestro, existen desde hace años programas estatales contra la pobreza, que prevén pagos económicos mensuales a la unidad familiar (generalmente complementados con intervenciones en alquiler, calefacción o gastos sanitarios y escolares) , que van desde los 450 euros para una sola persona hasta los 900 euros para una pareja con dos hijos en Francia, y en los mismos casos, desde los 345 euros hasta los 1000 euros en Alemania, desde los 680 euros hasta los 1600 euros en Gran Bretaña, para conseguir desde alrededor de 1500 euros a 3300 euros en Dinamarca.

En nuestro país se ha intentado en varias ocasiones implantar, con carácter experimental, en algunos municipios una prestación de apoyo (tanto económica como de servicios) que se encamine en la dirección de la renta mínima ciudadana, aunque con el objetivo de favorecer el paso de beneficiario de protección de empleo asistido.

Sin embargo, la escasez de recursos económicos disponibles ha dificultado hasta el momento consolidar y extender estos experimentos para construir una prestación asistencial general contra la pobreza que garantice una transferencia de riqueza estructural a todos los ciudadanos que viven en una situación de necesidad real.

Basta recordar que la única intervención universal adoptada en los últimos años es la tarjeta social ordinaria para el gasto en alimentación de 40 euros al mes, mientras que el año pasado se puso en marcha un proyecto para introducir, de forma experimental, en 12 ciudades italianas de más de 250.000 habitantes un nuevo subsidio contra la pobreza, el Sia (Apoyo a la inclusión activa)

Sia no es solo un apoyo económico a los ciudadanos más pobres, sino un proyecto mucho más amplio de inclusión social activa: trabajo para los adultos, escuela para los niños, atención socio-sanitaria para toda la familia.

El importe mensual de la aportación económica a los beneficiarios se modula en función de los miembros del núcleo familiar y puede llegar hasta los 400 euros mensuales para familias de 5 o más miembros.

El desembolso de la prestación económica se realiza a través de una tarjeta de pago electrónico normal, denominada Tarjeta de compra experimental y a nombre del cabeza de familia, para la compra de productos alimenticios, farmacéuticos y parafarmacéuticos y el pago de las facturas domésticas de gas y electricidad. Los gastos realizados con esta Tarjeta son debitados y pagados directamente por el Estado, dentro de los límites establecidos, y no a cargo del Titular.

El proyecto Sia fue elaborado a finales de 2013 por una Comisión de expertos, entre los que se encontraba el Prof. Tito Boeri, actual Presidente del INPS, y presidida por el Senador Guerra, entonces Subsecretario de Bienestar del gobierno de Letta, y actualmente el los recursos asignados ascienden a aproximadamente 120 millones de euros en tres años.

Si, una vez finalizada con éxito la fase experimental, el proyecto se ampliara a escala nacional, el coste a cargo del Estado, según los cálculos de la propia Comisión, sería de unos 7-8 80 millones de euros al año, un coste aproximadamente similar al de XNUMX euros, pero quizás con un mayor impacto en el consumo primario doméstico.  

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