Sigue perdiendo peso la administración pública, que en 2013 registró el quinto descenso consecutivo de empleo, mientras los empleados siguen perdiendo poder adquisitivo. Así lo dio a conocer el dato publicado por la Contaduría General del Estado, según el cual en 2013 el número de trabajadores de la Administración Pública disminuyó en 6 mil unidades, mientras que, en comparación con 2007, hubo una disminución del 5,7%, algo menos que 200 mil personas.
En el periodo considerado, de hecho, el personal de la administración pública con contrato indefinido disminuyó de 3.429.266 en 2007 a 3.232.954 en 2013. También disminuyó el personal de duración determinada, mientras que aumentó el personal a tiempo parcial y en comparación con 2007, los contratos de colaboración externa: de 81.753 a 33.192. Los costos laborales pasaron de 157,811 millones en 2007 a 158,207 millones en 2013, con un salario promedio anual per cápita que pasó de 31.670 a 34.505.
El documento de la Contabilidad del Estado recoge también los avances de 2014, año en el que la tendencia de recortes de personal debería continuar y, de hecho, expandirse respecto a lo realizado en 2013.
Por lo que se refiere, con más detalle, a la salario promedio en los siete años analizados, se produce un aumento en los primeros años, gracias sobre todo al arrastre de renovaciones de contratos del período anterior, y una contracción en los años siguientes. Como señala la RAgioneria, la tasa de inflación tuvo un incremento del 13,3% entre 2007 y 2013, “significativamente superior a la variación que registró el salario medio efectivamente representativo de todo el sector público, que tuvo un incremento del 9%”.
En cuanto a la distribución del personal público por áreas geográficas, la mayor concentración se encuentra en el Norte (34,95%) y en el Sur e Islas (35,03%), mientras que en el Centro se encuentra el 29,79%. Entre las regiones destacan Lombardía (12,72%) y Lazio (12,31%), seguidas de Campania y Sicilia. El ranking lo cierran Valle d'Aosta, Molise y Basilicata.
Pero para toda la administración pública la asignatura pendiente sigue siendo la de la baja productividad y la insuficiente eficiencia que las reformas deberían remediar.