Todo salió como debería. Len Prima della Scala resultó ser un éxito. Once minutos de aplausos concluyeron la cita artística más importante del año. Giovanna D'Arco de Verdi está de vuelta en Milán después de 150 años, un homenaje a Francia. El telón de fondo eran 700 agentes y francotiradores que custodiaban la plaza del templo de la música de Milán, controlando a los invitados en paralelo gracias a los detectores de metales colocados en la entrada.
Un acto cultural de primer nivel al que también asistió el presidente del Gobierno Matteo Renzi. “No nos encerremos en casa – dijo el primer ministro después del primer acto – es también un mensaje para el Jubileo: hay que tener valor en un tiempo difícil. Hoy es un día de celebración era imprescindible estar allí. La Prima es siempre un mensaje cultural para el mundo, y la esperanza es que Italia pueda hacer oír su voz”.
Antes de la ópera, el “clásico” protesta contra los centros sociales quien protestó contra la opulencia y la pompa, exhibiendo una pancarta en el Palacio Marino “Cientos de ricos, miles de millones de pobres. Este es el estado de emergencia”. Luego, un "desfile de moda popular", en contraste con la elegancia de los patrones de La Scala.
Granadas de humo, consignas y alguna pequeña tensión antes del inicio, pero las fuerzas del orden, con chalecos antibalas y ametralladoras, prefirieron no intervenir.
En el palco real, la embajadora de Francia en Italia, Catherine Colonna, junto a Renzi, su esposa Agnese y el ministro de Patrimonio Cultural Dario Franceschini: "Necesitamos garantizar la seguridad de los ciudadanos con todos los recursos posibles - dijo el ministro - pero al al mismo tiempo debemos seguir viviendo”. También estuvieron presentes el alcalde Giuliano Pisapia, el ministro de Infraestructura Graziano Delrio, el ex prefecto de Milán y comisario en Roma Francesco Paolo Tronca, el presidente de la Cámara de Comercio de Milán Carlo Sangalli, Alessandro Profumo, Tommaso Cucchiani, Diana Bracco, el CEO de Poste Francesco Caio, el ex primer ministro Mario Monti, Gianni Letta y Corrado Passera.
En el escenario, en el papel principal, Carlos VII interpretado por Francesco Meli, y por supuesto Juana de Arco, una muy buena Anna Netrebko quien interpretó el papel a la perfección, sin manchas ni exageraciones. Riccardo Chailly dirigió la obra de manera contundente, sacando el máximo partido a los cantantes, mientras que el coro dirigido por Bruno Casoni estuvo impecable. La dirección de Moshe Leiser y Patrice Caurier también es buena. En cuanto a los decorados, son de Christian Fenouillat mientras que el vestuario es de Agostino Cavalca.
Finalmente, es imposible no informar de la baja, por motivos de salud, del barítono Carlos Alvarez, sustituido en el papel de Giacomo por Devid Cecconi. Antes del inicio del himno nacional de Mameli, fue el propio superintendente, Alexander Pereira, quien anunció el reemplazo. Este último enfatizó “el homenaje causal” a Francia, afirmando que “la música siempre debe superar todas las crisis del mundo, a veces en la vida las cosas se desvían sin que nadie lo sepa. Sin embargo, también está Dios que dirige un poco”.
