Entre 2009 y 2013, la falta de crecimiento del PIB italiano superó los 230 millones y esto se tradujo en una caída de la recaudación fiscal de casi 90 millones menos, a pesar de haber aumentado la presión en más de un punto en términos de PIB. Este año, además, el equilibrio presupuestario no se ha logrado por casi 50 millones. Así lo afirmó el presidente del Tribunal de Cuentas, Luigi Giampaolino, en el prefacio del Informe de 2013 sobre la coordinación de las finanzas públicas.
Esos 230 millones, explicó Giampaolino, son "una cifra resumen que da una percepción inmediata de las dificultades de gestionar el presupuesto público mientras la economía deja de crecer". Sin embargo, las repetidas medidas correctivas, según el poder judicial contable, han "permitido un importante ahorro de costes, cuyo nivel en 2012 fue más de 40 millones inferior a las estimaciones iniciales". Incluso en este caso, sin embargo, la rentabilidad del producto no permitió reducir la incidencia del gasto sobre el PIB, que pasó del 47,8 al 51,2% en el trienio”.
Giampaolino añadió entonces que nuestro país "no ha logrado el equilibrio presupuestario previsto, con un endeudamiento neto que ha terminado siendo casi 50 millones superior al objetivo original, si bien, al menos en lo que se refiere a los saldos, la comparación con los demás países europeos países coloca a Italia en una posición virtuosa, sólo cerca de Alemania”.
En cualquier caso, “lo que Italia necesita de Europa son estímulos para crecer más, no excepciones para gastar más – prosiguió el Presidente -. Al fin y al cabo, incluso antes de enfrentarse a la probable resistencia de las autoridades y socios europeos, serían los propios mercados los que castigarían la salida de la senda de recuperación de países, como Italia, tan expuestos en términos de deuda pública”.
