"Es el día más humillante de mi vida". Rupert Murdoch tuvo que llegar a los 80 años para experimentar la mortificación más ardiente de su existencia. La confesión del magnate australiano cae como una cuchilla de hielo sobre la rutina de disculparse con las víctimas con la que su hijo James había comenzado su audiencia en la Cámara de los Comunes.
El heredero del imperio mediático News Corporation había comenzado a hablar hace unos minutos, anunciando el inicio de los procedimientos de compensación para las familias afectadas por la actividad de espionaje de News of the World, cuando su padre -con un golpe de teatro- lo interrumpió, admitiendo toda su vergüenza.
Rupert Murdoch, que ha pasado los últimos cuarenta años de su vida construyendo un imperio mediático sin precedentes, y que nunca en todos estos años hubiera imaginado comparecer ante una comisión de investigación parlamentaria, se presentó en Westminster dos horas antes de la hora prevista. En el asiento trasero de su coche negro, camino al Parlamento, Murdoch había aparecido sonriente, apenas disimulado por un ejemplar del Wall Street Journal, el periódico estadounidense que compró en 2007.
En la cámara, "es como si solo hubiera espacio para estar de pie", dijo Paul Farrelly, miembro laborista del comité, quizás en alusión a la enorme audiencia televisiva de millones de británicos conmocionados por el escándalo de las escuchas telefónicas ilegales. Los estrategas de imagen, sin embargo, ya han estudiado la práctica: Murdoch debe mostrar arrepentimiento y no divagar sobre el estrecho tema del espionaje telefónico. Si Rupert muestra arrepentimiento -creen- y James mantiene la calma, hoy podría ser el mejor día para News Corp desde que estalló la historia a principios de julio.
Cuando un miembro del Comité de Cultura, Medios y Deportes del Parlamento Británico le preguntó sobre sus responsabilidades en el escándalo, Murdoch respondió con un rotundo "no". ¿Sentimientos auténticos o táctica? Queda la duda.
Lo cierto es que muchos ciudadanos británicos ahora tienen una verdadera aversión al tiburón australiano. Mientras aún respondía preguntas de la comisión parlamentaria, el magnate fue objeto de un intento de agresión. Parece que la policía se llevó a un hombre. En las imágenes difundidas por televisión se ve a la esposa de Murdoch, Wendi, intentando defender a su marido. Se suspende la sesión.
