Para Silvio Berlusconi, para el gobierno de Letta y para toda la política italiana, la cuenta atrás ya ha comenzado. El martes 30 de julio se convertirá en el punto de inflexión de la política italiana con la sentencia del Tribunal de Casación sobre el juicio de Mediaset y sobre la confirmación de la sentencia o sobre la absolución del Caballero. Se acerca el día del juicio. E incluso un aplazamiento de la audiencia o la remisión a un nuevo juicio tendrían efectos políticos importantes, porque evitarían el cruce de espadas inmediato con consecuencias estabilizadoras para el gobierno de Letta. Todos los escenarios están abiertos, por tanto, aunque prevalezcan los pronósticos favorables al mantenimiento del Gobierno de turno, que es blindado por el Presidente de la República, que no tiene intención de disolver el Parlamento hasta que se archive el Porcellum y se sustituya por una nueva ley electoral.
Pero, ¿y si se confirmara la condena de Berlusconi y su prohibición de ocupar cargos públicos? Las escuelas de pensamiento son diferentes. El Caballero podría romper filas bajo el lema "Muera Sansón y todos los filisteos" y desatar a los halcones del partido que quieren una crisis de gobierno con la vana esperanza de que Giorgio Napolitano disuelva las Cámaras. Pero Berlusconi también podría juzgar más conveniente mantener por ahora al gobierno de Letta y, mientras tanto, prepararse para futuras citas electorales fundando Forza Italia 2.0 sobre el modelo del Movimiento 5 Estrellas en el que el líder no se sienta en Parlamento, pero sigue siendo el líder. Sin embargo, está por ver qué haría el Partido Demócrata: ¿tendrían los demócratas ganas de seguir gobernando con un Berlusconi definitivamente condenado?
En caso de absolución, es más probable imaginar un efecto estabilizador para el gobierno, aunque Berlusconi, una vez evitada la interdicción, pudiera concentrarse en futuras elecciones con un partido renovado y depurado de las ex AN.
En definitiva, con o sin Berlusconi, todos los escenarios políticos están abiertos pero seguro que tras el pronunciamiento de la Casación nada volverá a ser como antes en la política italiana. De una u otra forma.
