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Letonia: la emigración de jóvenes frena el crecimiento

El PIB de Letonia cayó un -9,2 % en comparación con el último trimestre de 2019 y el déficit por cuenta corriente (7,5 %) está aumentando. Además del efecto Covid, el crecimiento de los préstamos al sector privado está siendo frenado por el escándalo bancario ABLV.

Letonia: la emigración de jóvenes frena el crecimiento

En el segundo trimestre de 2020, el crecimiento del PIB de Letonia cayó un -9,2 % en comparación con el último trimestre de 2019. El consumo privado y las exportaciones fueron los que más sufrieron, mientras que el empleo disminuyó solo un 4,2 %, en parte gracias a la protección proporcionada por el gobierno. Y a pesar de la propagación del virus y las medidas de confinamiento han sido más leves que en la mayoría de los demás países de la UE, la producción y el comercio de bienes se mantuvieron muy por debajo de los niveles previos a la pandemia durante todo el verano. La Comisión Europea espera una recuperación bastante rápida del PIB en la segunda mitad de 2020, con una caída general del -5,5%.

El consumo debería fortalecerse en los próximos dos años, con el uso de los ahorros acumulados y la recuperación de las inversiones impulsadas por la confianza renovada y proyectos como Rail Baltica que comenzarán a funcionar a finales de este año. Por otro lado, la recuperación de las exportaciones es más lenta, a pesar de las previsiones de crecimiento del PIB de casi el 5% en 2021 y del 3,5% el año siguiente, excluyendo medidas de financiación adicionales y subvenciones. El déficit por cuenta corriente está a punto de ampliarse debido al deterioro de la balanza comercial: las importaciones de bienes de capital y alimentos, impulsadas por una producción interna poco diversificada, superarán las exportaciones, de las cuales el 60% son madera, bienes de capital, alimentos.

Se espera que el empleo disminuya alrededor del 3% este año y registre un ligero crecimiento tanto en 2021 como en 2022, con la construcción equilibrando un sector de servicios en dificultades. Al mismo tiempo, la disminución continua de la oferta laboral que dominaba el mercado laboral antes de la crisis se sentirá cada vez más. limitar el potencial de crecimiento del empleo. Se espera que la inflación general se desacelere este año debido a la débil demanda y la caída de los precios de la energía, con estimaciones para 2021 de que los precios de alimentos y servicios aumenten un 1,5 %, mientras que en 2022 la inflación debería alcanzar cerca del 2 %. Sin embargo, el reciente aumento de casos de infección podría afectar el camino de recuperación en los próximos trimestres, impactando la demanda y la confianza.

El gasto público ha aumentado debido a las medidas de respuesta a la pandemia ante el aumento del desempleo, estimándose un impacto global de las medidas adoptadas en torno al 4% del PIB. En este escenario, se prevé que el déficit público sobre PIB pase del 0,6% en 2019 al 7,5% en 2020: a la crisis económica y las consiguientes medidas de estímulo hay que sumar la caída de los ingresos fiscales, el consumo y el empleo. En 2021 se espera que el déficit público mejore sobre el PIB, ya que se espera que finalicen la mayoría de las medidas de estímulo adoptadas. En 2022 el déficit se estrechará aún más, hasta estabilizarse en poco más del 3% del PIB, en virtud de un aumento de los ingresos fiscales. La ratio deuda pública/PIB pasará del 37% en 2019 al 47,5% en 2020, debido al mencionado aumento del déficit público y descenso del PIB. La relación deuda/PIB está destinada a disminuir en los próximos dos años, gracias a la recuperación económica y la consiguiente reducción del gasto público. Coface destaca que la constante disminución de la plantilla, vinculado al envejecimiento y la emigración de trabajadores jóvenes, en particular los calificados, está provocando una reducción del desempleo y una presión alcista sobre los salarios.

Combinado con una inflación moderada, los aumentos salariales, gracias al aumento del salario mínimo del 13% en 2019, apoyarán el consumo de los hogares. Sin embargo, la disminución del stock de mano de obra calificada está paralizando el crecimiento de la productividad, afectando así el crecimiento potencial del país: en el período 2009/2016, más del 40% de los emigrantes eran calificados. Se espera que el consumo y la inversión públicos sean menos dinámicos después de los picos alcanzados en 2018, aunque todavía cuentan con el apoyo de los fondos estructurales y de inversión de la UE, con Letonia recibiendo 4,79 millones de euros del presupuesto 2014/2020. A pesar de las favorables condiciones de financiación, gracias a la política del BCE, el crecimiento de los préstamos al sector privado se ve frenado por el gran sector informal (más del 20% del PIB), por la escasa recuperación en caso de impago y por la continua consolidación del sistema financiero, que empuja a los bancos a aplicar criterios rigurosos.

Una gran cantidad de bancos letones atienden a clientes extranjeros, la mayoría de ellos en países de la CEI, con un alto riesgo de lavado de dinero. El último informe de Moneyval destacó la insuficiencia de las regulaciones letonas para combatir este problema: el tercer banco más grande del país, ABLV, fue liquidado debido a denuncias de lavado de dinero institucionalizado, lo que llevó al gobierno a reformar el sistema financiero para hacerlo más transparente y evitar que el país sea incluido en la lista gris del GAFI. Los bancos que atienden a clientes extranjeros están tratando de reenfocar sus actividades en el mercado interno tras la reducción de los depósitos de no residentes.

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