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La economía de servicios ha cambiado: no hace falta ser grande sino ágil

Publicamos un extracto del libro de Roberto Siagri “LaSERVITAZIONE. Del producto al servicio. Por un futuro sostenible sin límites”, publicado por Guerini y goWare, sobre la transformación de la economía en una economía de servicios cuyo protagonista es sin duda lo digital

La economía de servicios ha cambiado: no hace falta ser grande sino ágil

seremos servidos. La transformación de la economía en una economia de servicios está ahí para que todos lo vean. El protagonista de esta transformación es sin duda el método de producción digital. Y es un modo de producción que se basa en la servitización, es decir, la entrega del producto en forma de servicio. ¡Esto no es un cambio en absoluto!

Sin entrar en otros temas, se puede decir que hoy, desde el punto de vista de las organizaciones, existe una conciencia generalizada de que la digital tiende a favorecer la escala y con la escala una forma en que los monopolios tienden a formarse, casi espontáneamente, impulsados ​​por el efecto red del mundo digital.

Pero también hay otra tendencia, que aún tiene que manifestarse de formas más decisivas: la economía de servicios abre posibilidades que antes no existían para las pymes, porque importa más la agilidad de las operaciones que el tamaño y las estructuras. Y hágales saber que una estructura ágil funciona mejor que una estructura grande, como sin duda lo demostró la Batalla de Salamina, donde la agilidad ateniense derrotó a la pesadez persa.

Para que esto suceda a escala global, debe haber una nueva generación de personas que se sientan cómodas con la agilidad y puedan mantenerla a medida que aumenta la escala. Y aquí está el desafío central. Mantente ágil cuando crezcamos.

LA RELACIÓN SOSTENIBILIDAD-CRECIMIENTO

Este modo de producción con servicios, en gran parte desmaterializado en términos de producto y logística, realmente puede traer la dilema sostenibilidad-crecimiento que en el antiguo modo de producción tienden a la proporcionalidad inversa.

Este tema y otros son abordados en un volumen reciente de Roberto Siagri con el emblemático título “LaSERVITAZIONE. Del producto al servicio. Por un futuro sostenible sin límites de crecimiento" (Guerini con goWare para la edición digital). El autor, físico de formación, lleva décadas trabajando con las nuevas tecnologías y ha atravesado y vivido las tres últimas grandes revoluciones: la del ordenador personal, la de Internet y la de la Nube, la infraestructura decisiva para la transición. al servicio a gran escala.

La transición a la economía de servicios mediada por lo digital en todas sus vertientes plantea cuestiones que no son solo económicas o relacionadas con un determinado modo de producción, lo que, como sabemos y como siempre ha sucedido en la historia, trae consigo un cambio que es también antropológico y ambiental.

CAMBIA TODO

Al respecto escribe Roberto Masiero en la introducción del libro: "Si queremos obtener cualquier forma de sostenibilidad debemos implementarla con y en el mundo digital por una razón muy clara: porque el mundo digital se desmaterializa, es decir, reduce la cantidad de material necesario. ¿No es la sostenibilidad básicamente la respuesta que tenemos que dar al desperdicio de materia? Además, lo digital desmonetiza porque al reducir la materia necesaria sí reduce el costo marginal del producto, y finalmente lo digital se democratiza al dar la posibilidad a muchas más personas de acceder a bienes y servicios. ¡Muy claro! Cambia todo". Cierto, todo cambia pero no en el sentido del Marqués de Salina. ¡Realmente cambia!

LA PLATAFORMA

Tomemos la música por ejemplo. Primero fue el vinilo, luego el DVD. Antes estaba la tienda de discos y ahora está en streaming. Hubo conciertos en vivo y los seguirá habiendo (como los hay aún hoy en vinilo) pero ya empezamos a ver una metaversión de los hechos. Todo esto puede suceder gracias a un invento extraordinario: la plataforma. Sin una plataforma, no hay economía de servicios.

La plataforma es un ecosistema desmaterializado que se comporta como un ecosistema físico real. Y quizás la empresa que mejor ha sabido interpretar y poner en práctica este principio básico de la nueva economía es la propia. Apple, al que el autor dedica páginas muy interesantes que les ofrecemos a continuación como extracto del volumen mencionado anteriormente.

ERA 2010

El verdadero cambio de paradigma, la máxima explicitud del cambio de registro en el desarrollo del código, se reveló hacia 2010 con la pérdida del liderazgo de Nokia frente a Apple. Apple había entendido, ya en la época de iTunes, que la fuerza no estaba solo en el hardware sino también en la disponibilidad de contenido digital. Después de todo, en comparación con el Walkman digital de Sony, ¿qué más tenía el iPod? Nada en términos de hardware y sonido, pero estaba el tienda digital itunes donde podías comprar música, incluso solo una canción a la vez y no necesariamente un álbum completo.

IPHONE: CORAZÓN DE LA PLATAFORMA

Apple aplicó la misma regla al proyecto. iPhone. El iPhone de Apple no era solo un teléfono, era un sistema real cuyo núcleo era una plataforma que permitía a un ecosistema de desarrolladores crear rápidamente nuevas aplicaciones y nuevos contenidos multimedia. La plataforma de desarrollo se asoció con un servicio que hizo que las aplicaciones fueran inmediatamente comercializables: la App Store. La presencia de esta plataforma, que garantizaba múltiples ventajas a todos los participantes, tanto productores de contenidos como consumidores, sancionó la victoria definitiva de Apple sobre Nokia.

Sin embargo, todavía quedaba una duda en mi cabeza: el gran éxito de Apple era evidente y comprensible, pero la arquitectura que se escondía, por así decirlo, detrás de escena, aún no estaba clara para mí. Claro que había que mirar para otro lado, sí, pero ¿a cuál? Apple había sacado a relucir el concepto de plataforma pensada como un lugar de convergencia entre productores y consumidores de datos. Me gustó la idea de una plataforma como puerto en el que intercambiar esta nueva mercancía: los datos. Una vez establecidas las reglas básicas para el funcionamiento de la plataforma, ya no sería necesario establecer reglas específicas ni para cada dispositivo ni para cada app. Los dispositivos y las aplicaciones simplemente tendrían que cumplir con las reglas de la plataforma. Por lo tanto, esta era la necesidad principal: una plataforma capaz de recopilar una gran cantidad de datos.

LA PLATAFORMA DE NEGOCIOS

Los dos conceptos de plataforma de software y plataforma empresarial no deben confundirse. Una plataforma de software es un conjunto de funciones de software modulares que acceden a los recursos del sistema y permiten escribir aplicaciones fácilmente.

La plataforma de negocios, por otro lado, es una infraestructura que conecta fácilmente la oferta y la demanda de productos. Una plataforma de este tipo permite activar modelos de negocio que pueden crecer en valor de forma lineal, cuadrática o exponencial según las leyes de las redes descritas en el primer capítulo. Hay que decir que para activar los efectos de crecimiento exponencial de una plataforma de negocios, se necesitan aplicaciones de software diseñadas para permitir la formación de subgrupos de usuarios, como ocurre en las redes sociales y en muchos mercados digitales.

Lo que necesitaba era una plataforma que tuviera tanto la infraestructura de una plataforma empresarial, para conectar a los productores de datos (cosas) con los consumidores de datos (aplicaciones), como las características de una plataforma de software, para acelerar y agilizar el desarrollo de aplicaciones.

LA PIRÁMIDE INVERTIDA DE LA NUBE

De esta manera, podría haber creado un sistema para recolectar datos en tiempo real con alta frecuencia y desde una cantidad de dispositivos que podría crecer dramáticamente. En el corazón de este sistema imaginé un contenedor de todos los datos de las cosas conectadas, almacenados en forma de datos no estructurados o estructurados como gemelos digitales: el llamado almacén de datos flexible, lo que luego se llamaría un lago de datos.

Para mí, el momento en el que entré a la oficina de marketing -una noche que nunca olvidaré- fue decisivo y me encontré casi por error hojeando una revista en la que aparecía una imagen que me llamó la atención. La imagen, titulada "La Nube" o algo así, mostraba una pirámide invertida dividida en tres capas. En ese momento, todo quedó claro para mí.

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