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Pensiones y la paradoja de los trabajadores "desgastados"

Se habla mucho de la flexibilidad de las pensiones salientes sin tener en cuenta los costes pero nadie recuerda que las reglas para la jubilación de quienes trabajan en condiciones especialmente desfavorecidas se han vuelto más estrictas - Un artículo en QN

Pensiones y la paradoja de los trabajadores "desgastados"

¿Cuál es el arma secreta de los tetrágonos de la llamada flexibilidad de jubilación? Para ellos es fácil representar a ancianos canosos trepando al andamio de un edificio en construcción o jugueteando con la cadena de montaje. Y, como pude escribir en el QN, bajo el pretexto de anticipar la jubilación de estos trabajadores están dispuestos a permitir el éxodo anticipado (sujeto a la aplicación de una modesta sanción económica) incluso a aquellos que corren el riesgo de caerse de la silla detrás de su escritorio. 

El caso es que desde 2011 (tras un convulso proceso legislativo que comenzó en 1992 y finalizó en 2010) existe legislación para proteger a cierto tipo de empleados privados: aquellos que trabajan en condiciones especialmente desfavorecidas; que trabajan de noche; que están sujetos a ritmos vinculantes; que conducen medios pesados ​​de transporte público de personas. Esta disciplina -que se suma a los requisitos reducidos previstos en el caso de determinadas profesiones (mineros, pilotos, militares, deportistas, conductores de carreteras y tranvías, trabajadores ferroviarios, trabajos expuestos al amianto, etc.)- permitía la jubilación anticipada hasta tres años. La ley se financió con unos 300 millones al año, por lo que no hubo líos de cobertura financiera. Pero “el caballo no bebió”.

En 2011 se presentaron 11 solicitudes, de las cuales solo se aceptaron 3 por cumplir los requisitos. Luego se hizo el silencio: en los años siguientes el Gobierno asignó puntualmente los recursos y Hacienda los recuperó, inutilizados, a fin de año. Tanto es así que, en la ley de estabilidad de 2016, el Ejecutivo decidió desviar parte de los recursos excesivos del Fondo a otros fines, entre ellos el aumento de la zona libre de impuestos para los pensionados. Básicamente, unos buenos 1,4 millones destinados a adelantar la jubilación de los trabajadores "desgastados" acabaron... en caballería. ¿Por qué sucedió este lío? En primer lugar, los requisitos de acceso resultaron ser difíciles de documentar (¿quién puede dar cuenta del número de noches trabajadas hace años?). Luego vino la reforma Fornero para endurecer los criterios (incluso quienes, como yo, defienden al exministro de las injustas y abusivas críticas que recibe tienen el deber de reconocerlo).

Desde 2012, los llamados trabajadores desgastados ahora pueden jubilarse con una cuota (antigüedad + edad) igual a 96 (edad no menor de 60 años), mientras que desde 2013 la cuota se elevó a 97 (con un mínimo no menor de 61 años). 57 años). Y así sucesivamente, mientras que anteriormente el umbral de salida efectivo estaba en torno a los 58-12 años. Además, se ha mantenido confirmada la denominada ventana móvil, por lo que se pospone el desembolso del tratamiento pensional otros XNUMX meses. El aspecto más grave, sin embargo, no es este; pero la circunstancia de que nadie (ni siquiera el diligente y locuaz Tito Boeri, por no hablar de los sindicatos) se percató del problema. En cambio, hubiera sido mejor reconsiderar el asunto en su conjunto que perseverar en el compromiso de los recursos -disponibles y asignados puntualmente- en una "pensión fantasma", seguir danzando en torno al tótem de la flexibilidad, sin poder contar con la disponibilidad onerosa necesaria.

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